Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

En el torbellino de tales cambios, encontramos muchas modificaciones
hacia lo mejor, pero aún encontramos viejos hábitos negativos,
problemas de diversos órdenes, inmensos desafíos para que el ser humano
consiga establecer una sociedad basada en el respeto, equilibrio, amor,
buen sentido y discernimiento.
El egoísmo vigente, el orgullo transbordante, la vanidad narcisista,
el personalismo destructivo, la envidia perturbadora, la violencia
lamentable, aparte del crimen, de la pobreza, de la miseria, de la exclusión
social, de la intolerancia hacia las diferencias, de la imposición del más
fuerte, del más rico, del más poderoso, apuntan hacia un panorama de
muchas reformas que necesitamos emprender en la comunidad, sea a nivel
local o mundial.
Se habla tanto del Tercer Milenio y muchos preguntan: pero, ¿cómo
promover tales alteraciones? ¿Cómo implantar medidas que señalen el
avance, si los que ocupan posiciones estratégicas para dar las soluciones
necesarias están con las “manos sucias de lodo”? Habiendo tantos malos
hábitos, ¿cómo esperar que sean sustituidos por buenos hábitos? ¿No le
sería más fácil, al Creador, acabar con todo y comenzar de nuevo?
Es natural que en nuestra ansiedad, apresurados por ver cambios,
muchos sucumban ante el pesimismo, y comiencen a dar oídos a
predicciones destituidas de mejor interpretación, juzgando que la Tierra
se encuentra al borde de la extinción. Además, en la credulidad popular,
la Tierra ya se acabó tantas veces que se perdió la cuenta. Ya hubo un
aumento en el número de suicidios individuales y hasta ya tuvimos algunos
suicidios colectivos, crecimiento de la incidencia de problemas cardíacos,
depresión, disturbios psicológicos, angustias, etc., con el miedo de que el
mundo se acabe. Ahora, el “rumor de turno” es el 2012.
El Planeta ya pasó por muchas transformaciones y seguirá
evolucionando; la Humanidad ha sido objeto de constantes cambios y
continuará cambiando. Con excepción de Dios y la infinitud del espíritu,
para todo lo demás, la regla más permanente es que nada es perenne.
En este momento del Planeta y de la Humanidad, los cambios
esperados, conforme a las informaciones de innumerables Espíritus
Superiores, por varias fuentes, no son los de orden físico y geológico,
sino los cambios de comportamiento y de convivencia entre las criaturas.
En la propia Codificación, los Espíritus elevados ya nos alertaron de que
ha llegado el momento de modificar el rumbo de la colectividad humana,
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