Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!
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la Humanidad, y como debe ser el objeto de las principales<br />
preocupaciones del hombre sobre la Tierra; todas sus máximas se dirigen<br />
a este gran principio. En efecto, sin la vida futura, la mayor parte de<br />
sus preceptos de moral no tendrían ninguna razón de ser; por esto<br />
aquellos que no creen en la vida futura, imaginando que sólo habla<br />
de la vida presente, no los comprenden o los encuentran pueriles.”<br />
(“El Evangelio según el Espiritismo”, Allan Kardec, cap. II, IDE-<br />
<strong>Mensaje</strong> <strong>Fraternal</strong>, pág. 44).<br />
El Maestro había partido.<br />
Horas de profundo dolor habían marcado el deceso de Aquél que vino<br />
para iluminar los caminos, apartando las tinieblas que envolvían a la<br />
Humanidad. Su trayectoria propiciaría a muchos la oportunidad de reevaluar<br />
sus valores y creencias, promoviendo, individual y socialmente, redentoras<br />
modificaciones.<br />
Preso, dominaron su envoltorio corporal, pero jamás su espíritu.<br />
Azotado, insultado, vilipendiado, torturado, supo sobreponerse a los dolores<br />
de la carne, ejemplificando siempre, viviendo de manera virtuosa y valiente<br />
las enseñanzas que predicaba.<br />
Otros padecieron idéntico suplicio, pues por lo común así era como<br />
castigaban a los infractores, según las leyes romanas vigentes en la época; sus<br />
figuras se perdieron en el tiempo, olvidadas y desconocidas. No obstante, las<br />
palabras, gestos y actitudes de Jesús, permanecen a través de los siglos y<br />
siempre estarán presentes, pues están labradas como Leyes irrevocables y<br />
divinas.<br />
Amor, comprensión, humildad, tolerancia, paciencia, resignación,<br />
renuncia, perdón, caridad en su más pura acepción…<br />
Preso al madero denigrante, Jesús lo convirtió en luminoso símbolo<br />
de redención y libertad, conservando el mismo equilibrio de los tiempos en<br />
que recorría las veredas y caminos de su amada Galilea. Herido, sangrando,<br />
destrozadas las carnes, jamás permitió que las heridas físicas lograsen alcanzar<br />
su alma, de refulgente pureza. Observando a la turba que se agitaba insultante<br />
y enardecida a sus pies, aun los amó a todos, comprendiendo su ignorancia<br />
espiritual, traspasando las barreras del tiempo, visualizando el futuro, a través<br />
y más allá de los siglos venideros, cuando vivirían de acuerdo con sus<br />
ANUARIO ESPÍRITA