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Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

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enéfica de alto alcance, en la hermosa capital minera, organización que<br />

bajo el nombre de “Cruzada del Bien Elizabeth Santos”, lleva el auxilio<br />

fraterno, material y moral, a los leprosos y a cada necesitado albergado<br />

en otras instituciones de asistencia social. Sin embargo, no consta aún<br />

del programa de la noble Cruzada Pro auxilio al niño carente y sufridor<br />

y a las jóvenes madres solteras, así como a los mendigos, alcohólicos,<br />

etc., etc.<br />

No tenemos dudas de que el sueño máximo de “Betinha”, en la<br />

Espiritualidad, tomará cuerpo con victorias siempre mayores en el sector<br />

de la Fraternidad, visto que es ella la directora espiritual de la institución,<br />

desdoblándose en esfuerzos para inspirar a los seres queridos dejados en<br />

la Tierra, la prolongación de la misión iniciada por ella misma en India,<br />

durante el siglo XVIII.<br />

Entre tanto, un nuevo fenómeno se verificó, posteriormente, en la<br />

residencia del Sr. Santos, en Bello Horizonte, teniendo, otra vez, como<br />

principal protagonista a la entidad “Betinha”, que parece, en efecto, insistir<br />

en atraer las atenciones de los parientes hacia los fenómenos espíritas.<br />

En el detalle que sigue, incorporado a estas páginas cuando ya<br />

habíamos dado por terminado el presente volumen, nos fue relatado por<br />

el Sr. Santos mismo, el 10 de diciembre de 1962, cuando visitamos el<br />

Estado de Guanabara, el siguiente suceso:<br />

–“Mi hijo Mauricio –comenzó el Sr. Santos–, formado en Medicina<br />

en 1960, ya culminando el curso que hacía, una noche, aún temprano,<br />

pues sería las veintitrés horas, más o menos, estudiaba en la sala de visitas,<br />

lugar donde se encuentra el retrato de mi hija Elizabeth, realizado poco<br />

después de su paso al mundo espiritual. Él estudiaba, oyendo el sonido<br />

de un tocadiscos, pues también sabe apreciar la buena música. No pensaba<br />

absolutamente en su hermana fallecida en 1955, y, ya fatigado por el<br />

esfuerzo emprendido, decidió ir a descansar. Por eso, se encaminó al<br />

aparato, para apagarlo, lo cual hizo simple y naturalmente. Con la espalda<br />

vuelta hacia el retrato, sintió que algo, alguien, forzaba su cabeza, con<br />

la intención de que mirara hacia atrás. En efecto, se volvió y observando<br />

el retrato de la hermana, juzgó percibir una niebla amarilla, destellos que<br />

se acentuaban, al punto de tener la impresión de que el retrato se movía,<br />

mientras él mismo oía, con acento de certeza, la voz de su hermana:<br />

–Mauricio, ¿te gusta la música? Pues te daré a oír una música<br />

celestial… Canta conmigo, Mauricio, canta…<br />

ANUARIO ESPÍRITA 131

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