Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

vez, en el solar de la familia Santos, edificación graciosa, en estilo colonial
portugués, sin conocer a ninguno de sus miembros y nada, absolutamente,
que se relacionase con estos, nuestras percepciones mediúmnicas, en vez
de una residencia en estilo colonial portugués, nos hicieron entrever y
sentir un extraño ambiente artístico, suntuoso y evocativo, pero en el
estilo de la vieja India y no de Portugal, lo cual nos envolvía y penetraba,
como si lo distinguiésemos a través de sugestivos cuadros que otra
voluntad, independiente de la nuestra, nos mostraba en nuestro fuero
íntimo del ser.
Ante tal imposición, nos rodeaban, no los aposentos confortables,
modernos, que se ven en el solar, sino viejos arcos de estilo oriental,
puertas randadas, como joyas de filigranas, barandas con hermosos
balaústres, techos esculpidos con relucientes altos relieves, como pintados
en oro, salones dorados con tapices flexibles, en fin, un panorama íntimo
típicamente hindú, aristócrata, refinado. Una sensación de vértigo invadió
nuestro espíritu; nuestras energías mediúmnicas, en los primeros
momentos, se alteraron, presionadas por la fuerza vibratoria del fenómeno,
alejándonos de lo que pasaba a nuestro alrededor e imposibilitándonos
compartir la conversación, durante los primeros minutos. Rehaciéndonos
poco a poco, pero, no sin sentirnos extrañados por la singular visión que
nos había sido dado distinguir a través del sexto sentido, recordando que
el Sr. Santos era portugués nato, sus hijos brasileños y su esposa igualmente
brasileña, descendiente de portugueses, no existiendo, por lo tanto,
ninguna razón que justificase el panorama hindú estampado en las
vibración del ambiente aquel… A no ser que se recurriese a la vinculación
de Portugal con India, en los días del pasado, donde la participación del
Sr. Santos, o de alguien de su familia en anteriores existencias, pudiera
influir en el aura espiritual de ese supuesto actuante del pasado, adviniendo
de ahí, entonces, las percepciones sentidas por nosotros.
A pesar de tales choques y extrañezas psíquicas, nos callamos,
temiendo cometer una impertinencia o indiscreción, si algo comunicásemos
de lo que percibíamos. Nos abstuvimos, pues, de hacer cualquier
revelación o indagaciones, aunque supiésemos muy bien que el jefe de la
casa visitada era gran simpatizante de la causa espírita. De otro modo,
son tantas las impresiones, visiones, panoramas, descubrimientos, que el
médium obtiene en cada lugar, hacia donde las circunstancias lo reclaman,
que, si los narrase todos se tornaría fastidioso, desacreditado, ridículo,
considerado fanático u obseso.
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