Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

luz, porque somos hijos de la luz. Tenemos este destino de crecer, como
afirmó el Apóstol Pablo de Tarso: “En el pasado fuisteis tinieblas, hoy,
después de Jesús, sois luz, andad como hijos de la luz”.
Es importante pensar, que alguien que sea hijo de la luz no tiene
otro destino. No lo debería de tener, si no fuese el de estar esparciendo
claridad alrededor suyo. Somos herederos de Dios, dueños de las estrellas,
pero, sufriendo en los valles de tinieblas, de dificultades, de límites
terrestres.
Y el Espiritismo, nos habla finalmente, de la comunicación de los
espíritus desencarnados con nosotros. Desde el primer hombre sobre la
Tierra, el Más Allá busca la comunicación con nosotros: nuestros ángeles
guardianes, nuestros guías, nuestros benefactores; así como también,
nuestros enemigos, nuestros obsesores, aquellos con quienes no tenemos
grandes afinidades, lo cual creó malquerencias que provocaron problemas,
odios, que nos vincularon de manera negativa. Es así que los espíritus se
comunican.
Antiguamente, se les llamaban dioses, por eso Jesucristo nos dijo
que somos dioses, somos espíritus, con esa capacidad de salir de las cosas
mínimas y alcanzar a las estrellas; lo que hacemos hoy, nos lo enseñó el
Maestro, lo que podamos hacer aún, habremos de hacerlo mañana. A Él le
corresponde la cualidad de permitir que en el futuro continuemos disfrutando
de los avances conquistados y subsanando los errores cometidos.
Mientras tanto, ¡cuántos son los Espiritistas que tienen miedo a
los espíritus; y a muchos les pregunto: ¿pero cómo tú puedes tener miedo
a los espíritus? ¡Ah!, No sé, Raúl, ¡son espíritus! Almas del otro mundo.
Yo les contesto, no es verdad, nosotros somos almas del otro mundo,
porque los desencarnados están en el mundo normal, original, el mundo
verdadero, nosotros somos los que estamos ubicados en un cuerpo carnal,
de mal olor, lleno de límites, con dificultades, con enfermedades.
Entonces, si decimos que aquí están multitudes de seres espirituales
y, al mismo tiempo, afirmamos que los espíritus están en el Más Allá, hay
dos opciones: o ellos no están muertos, porque están entre nosotros, o
nosotros ya morimos y no lo sabemos. Si estamos en el mismo espacio
que ellos, hay dos posibilidades, o estamos muertos y no nos dimos cuenta,
o ellos no están muertos, viven a pesar de no tener un cuerpo material
como el nuestro.
Estábamos en nuestra Casa Espírita, después de una charla, y una
señora mayor me vino a hablar:
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