Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!
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En el libro “La Personalidad de Jesús”, de la autoría de Leopoldo<br />
Cirne, ex presidente de la Federación <strong>Espírita</strong> Brasileña, con presentación<br />
de Luiz Olimpio Guillón Ribeiro, el autor transcribe de la revista<br />
“Reformador” del primero de julio de 1900, bajo el epígrafe “La Fisonomía<br />
del Cristo”, la carta de Publio Léntulus Cornelius, dirigida al emperador<br />
Tiberio César en los siguientes términos:<br />
“Existe actualmente en Judea un hombre de una virtud singular, a<br />
quien llaman Jesús, el Cristo; los bárbaros lo tienen como profeta; sus<br />
sectarios lo adoran como si fuese descendido de los dioses inmortales.<br />
Él resucita a los muertos y cura a los enfermos, con la palabra o<br />
con el toque; es de estatura elevada y bien proporcionada; tiene el<br />
semblante plácido y admirable; sus cabellos son de un color que casi no<br />
se puede definir; le caen en anillos hasta debajo de las orejas y se le<br />
desparraman por los hombros con mucha gracia, separados en lo alto de<br />
la cabeza, a la manera de los Nazarenos.<br />
Su frente es lisa y larga, y su rostro a veces se ruboriza. Su nariz y<br />
su boca están formadas con admirable simetría; su barba, densa y de un<br />
color que corresponde al de sus cabellos, le desciende una pulgada por<br />
debajo de la quijada y, dividiéndose por el medio, forma más o menos la<br />
figura de una horquilla.<br />
Sus ojos son brillantes, claros y serenos.<br />
Él censura con majestad, exhorta con ternura; bien que hable, bien<br />
que ore, lo hace con elegancia y con gravedad. Nunca lo vieron reír, pero,<br />
lo han visto llorar muchas veces.<br />
Es muy sobrio, muy modesto y muy casto. En fin, es un hombre<br />
que por su belleza y perfecciones, excede a los otros hijos de los hombres.”<br />
Leopoldo Cirne, entre otras observaciones, registra: “(…) En su<br />
apariencia exterior humana, nos lo hace surgir en la pantalla representativa<br />
de la imaginación, aureolado de un extraño y peregrino sueño, esbozándose<br />
en las líneas de una belleza majestuosa”. Y más adelante: “En esa alma<br />
de una serenidad celeste, dice, en efecto, León Denis, en “Cristianismo y<br />
Espiritismo”, no se nota ninguna mácula, ninguna sombra.”<br />
Las novelas de Emmanuel, son verdaderas reliquias históricas y<br />
literarias, referidas en el siguiente orden cronológico, tal es su importancia:<br />
“Hace 2000 años…”, “Cincuenta años después”, “Pablo y Esteban”,<br />
“Renuncia” y “Ave Cristo”. Registramos en ellas las siguientes reencar-<br />
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