Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

tenga cuidado con el hombre. Dicen que él es brujo y que tiene alianza
con Satanás. A fin de cuentas, fue por eso por lo que nos contrataron,
para acabar con la vida del infeliz.
–Puede quedarse tranquilo –fue la respuesta del que se haría pasar
por enfermo.
Así lo acordaron y así lo hicieron. Uno de los delincuentes contratados
para matar a Eurípedes Barsanulfo se acomodó detrás del tronco
de un gran árbol, a unos quince metros de la puerta de la casa, mientras
que su cómplice, caminando despacio se fue aproximando, para intentar
escuchar lo que está pasando dentro y fuera de la casa.
Alrededor de ambos, entidades inferiores, espíritus malévolos, se
alborozan con la perspectiva de sustraer definitivamente del cuerpo, a aquel
misionero amoroso y dedicado, que, con la acción del bien, tanto perjudicaba
los nefastos planes de las entidades negativas, en aquellos lugares.
Esperanza, Amor al Prójimo, Servicio Gratuito, Cariño con los
enfermos y maltratados, Paciencia para con todos, Comprensión para con
los adversarios, todo eso era vivido por él y contagiaba al corazón de los
que, antes, eran fácilmente inducidos al odio, al resentimiento y al rencor,
por la acción de los espíritus obsesores. Ahora, recuperaban la fe y se
apartaban del mal camino, gracias al ejemplo de Eurípedes.
Por fin, el enemigo de las tinieblas, de acuerdo a la visión de las
entidades vengativas, encontraría el destino que merecía. El pobre
instrumento de la ambición y de la violencia, que se haría pasar por un
enfermo necesitado, estaba nervioso.A fin de cuentas, matar a una persona
no era algo tan sencillo como sacar piojos de la cabeza. Más aun,
tratándose de alguien tan respetado y tan querido por tantos, en la
comunidad y en la región. Por eso, habían planeado la emboscada durante
la noche, ya que podrían hacer el trabajo sin ser vistos, garantizando el
anonimato y pudiendo huir sin problemas.
Allá atrás, el amigo aseguraba el arma y observaba la estrategia
del cómplice en la maldad, oculto tras el tronco y la abundante vegetación.
Un torbellino barría los pensamientos del hombre que, fingiendo estar
enfermo, se iba acercando poco a poco a la entrada de la casa. Fue,
entonces, cuando ocurrió algo inusitado.
En el instante en que el infeliz levantó el brazo y, con la mano
cerrada, intentaba tocar en la puerta, y antes de llamar a alguien que pudiera
estar en su interior, he ahí que alguien abre la puerta, como si supiera la
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