Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!
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–la filosofía de la no violencia, como principio de lucha y de vida, de<br />
amor incondicional, de humildad, de la búsqueda de la Verdad–, quien se<br />
irguió como el Libertador de India ante un mundo perplejo, con su asombrosa<br />
prédica de la no violencia, sometiendo al poder bélico británico, aquel de<br />
quien Albert Einstein, otro talento del pensamiento científico del Siglo XX,<br />
afirmó que “las generaciones futuras difícilmente creerán que un hombre<br />
como ese haya vivido en carne y hueso sobre la Tierra”; el mismo ante<br />
cuya memoria me inclino con respeto y profunda admiración, refiriéndose<br />
a Jesús, dijo que Él “poseía una gran fuerza, la fuerza del amor”, agregando<br />
que “si yo tuviese que enfrentar el Sermón de la Montaña a mi propia<br />
interpretación de su Doctrina, no vacilaría en decir: –¡Oh! Sí, yo soy<br />
cristiano… Mas, por el contrario, puedo deciros que muchas cosas que<br />
pasan bajo el Cristianismo son la negación del Sermón de la Montaña”.<br />
LEÓN TOLSTOI, el mayor escritor de su tiempo, el célebre autor<br />
de “La Guerra y la Paz”, señala: “sigue al pie de la letra las prescripciones<br />
del Evangelio de Jesús, que estudia y analiza, aceptando el Cristianismo<br />
como una concepción inseparable de Vida, predicando el Bien y el Amor<br />
incondicional a todas las criaturas y abominando la violencia”. Y por una<br />
de esas inexplicables idiosincrasias “ese Espíritu genial, –como escribía<br />
uno de sus biógrafos–, dotado de una gran capacidad de penetración<br />
intelectual y moral, hablando con tanto empeño de Dios, sin embargo, no<br />
pudo aceptar la inmortalidad del ser, viviendo con toda austeridad un<br />
cristianismo especial, considerando sus testimonios de fe inquebrantable,<br />
en su vivencia personal.”<br />
HUMBERTO DE CAMPOS, con su estilo que fascinó y conmovió<br />
generaciones, aquí más cerca de nosotros, en uno de sus pronunciamientos<br />
sobre la figura arcangélica de JESÚS DE NAZARET, el Maestro Inmortal,<br />
escribió a través de la psicografía de Francisco Cândido Xavier: –<br />
“¡Maestro Redivivo, que todavía impactes con terrible asombro a cuantos<br />
estimarían que no hubieses vivido entre los hombres, fija tu mirada<br />
complaciente sobre nosotros y apártanos de la sombra de todos los que se<br />
acomodan con la saliva de la injuria! Y fortalece en nosotros la consolación<br />
y la esperanza, porque sabemos, Señor, que, como otrora, ante tus discípulos<br />
asustados, estarás con tus aprendices fieles, en todos los instantes de<br />
angustia, exclamando, imperturbable: “–¡Tened buen ánimo! Yo estoy aquí”.<br />
LEÓN DENIS, eminente filósofo y escritor francés, que colmó de<br />
luces la Doctrina <strong>Espírita</strong>, escribiendo sobre Jesús, subrayaba: “–Jamás<br />
la Tierra vio pasar en sus pasos a un Espíritu mayor. Una serenidad celeste<br />
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