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Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

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Estas palabras fueron escritas por el periodista<br />

François Ramos en el “Periódico de la Mañana” de<br />

Uberaba, en uno de los muchos homenajes prestados a<br />

Aparecida Concepción Ferreira, que en las proximidades<br />

de la Navidad se despidió de la vida física. De ella, para<br />

las generacionesfuturas, quedan incontables ejemplos de<br />

abnegación y amor al prójimo, materializados sobre todo<br />

en el Hospital de Fuego Salvaje, que prosigue, bajo el<br />

nombre de Lar de la Caridad, atendiendo a portadores de<br />

la enfermedad dermatológica pénfigo foliáceo (el popular<br />

fuego salvaje) y a millares de otras personas necesitadas,<br />

inclusive niños, en diferentes proyectos sociales.<br />

Doña Cida, como era llamada también, nació en Igarapava, Estado de San<br />

Pablo,eldía19demayode1917,hijadeMaríaAbadíadeAlmeida,(nollegóa<br />

conocer a su padre). Se mudó para Uberaba a mediados de los años cincuenta, donde<br />

se convertiría una de las figuras más queridas y respetadas de todo el país. No obstante,<br />

su vida siempre estuvo marcada por muchas luchas. La mayor de ellas, y ciertamente<br />

la más conocida, es a favor de los enfermos del pénfigo, considerada, en aquella<br />

época, una dolencia contagiosa, lo cual atizaba los prejuicios y el drama de sus<br />

portadores. Trabajando en la enfermería del Sector de Aislamiento de la Santa Casa<br />

de Misericordia, actual Hospital Escuela de Uberaba, Doña Cida se mostró en<br />

desacuerdo cuando supo que los pacientes tendrían que dejar el hospital, sin<br />

condiciones de seguir adelante con los tratamientos. Por eso, en 1958, tomó una<br />

decisión que cambiaría completamente su vida: dejó el empleo para dedicarse a<br />

aquellos enfermos, puestos en la calle. Segura de que algo debía ser hecho, y con<br />

urgencia, la dedicada enfermera no titubeó, reunió a los doce pacientes y los llevó<br />

para su casa. Días después, consiguió para ella y sus tutelados un pabellón en el Asilo<br />

San Vicente, donde permanecieron durante diez años. Pero en apenas un año, el<br />

número de enfermos se había cuadruplicado, y Doña Cida fue a buscar ayuda con<br />

Chico Xavier. A partir de ese momento, ella que era católica, inició su aproximación<br />

a la Doctrina <strong>Espírita</strong>, cambiando su fe públicamente, a partir de 1964.<br />

Los esfuerzos de Doña Cida por los enfermos de pénfigo foliáceo rompieron<br />

distancias, haciéndose conocida en otros Estados, sobre todo por los reportajes<br />

conducidos por el periodista Saulo Gomes, conmovido por la lucha de aquella humilde<br />

mujer. Pero no por eso fue excluida de algunos sufrimientos. En San Pablo, llegó a<br />

pasar ocho días presa, acusada de recaudar dinero bajo falso pretexto, pero todos los<br />

que la conocían se manifestaron de inmediato a su favor y el de su obra, pues en 1961<br />

ya atendía a más de 360 personas con pénfigo, personas oriundas de varias partes del<br />

país. Sin embargo, de esta gran metrópoli brasileña partió buena parte de la ayuda<br />

para construir su tan soñado hospital, ya que en 1962 fue puesta la primera piedra,<br />

siendo inaugurado siete años después.<br />

“A los que buscan desarrollar algún trabajo, mi mensaje es que tengan mucho<br />

amor y mucha sinceridad” –declaró ella, en septiembre de 1999, en una entrevista<br />

para el periódico “Hoja <strong>Espírita</strong>”, de San Pablo.<br />

234 ANUARIO ESPÍRITA

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