Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!
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del hogar para el reposo. Las dos madres se miraron, inquietas, preguntándose<br />
a sí mismas hacia dónde habrían ido los dos niños. (…) María e<br />
Isabel avistaron a sus hijos, uno al lado del otro, sobre una colina bañada<br />
por los últimos rayos vespertinos. De lejos, les pareció que los cabellos<br />
de Jesús volaban al soplo suave de las brisas de lo alto. Su pequeño índice<br />
mostraba a Juan los paisajes que se multiplicaban a distancia, como un<br />
gran general que diese a conocer los detalles de sus planes a un soldado<br />
de su confianza…”<br />
Vemos cuánto cariño y cuántas preocupaciones dispensaron estas<br />
dos madres a sus queridos hijos. Juan fue el primero que se inmoló para<br />
que Jesús pudiese ser la luz resplandeciente que iluminase los caminos<br />
por donde los hombres del futuro pudiesen andar con suficiente claridad.<br />
Una vez más, María demostraba su lucidez y su amor.<br />
Durante la jornada mesiánica de Jesús, casi no se oye hablar de<br />
María, pasa desapercibida, pocas son las citas, sin embargo, de forma<br />
emocionante, Juan en el capítulo 19 de su Evangelio, versículos 26 y 27<br />
describe:<br />
26 – Viendo Jesús a su madre, y junto a ella al discípulo amado, le<br />
dice: –Mujer, he ahí a tu hijo.<br />
27 – Después dijo al discípulo: He ahí a tu madre. Y desde esa<br />
hora en adelante, el discípulo la llevó para casa.<br />
Narra el espíritu Humberto de Campos, que pasados los días del<br />
Calvario y el período en el cual losApóstoles resolvieron tomar diferentes<br />
direcciones para la expansión del Evangelio, María se sintió sola y decidió<br />
morar en Betania, donde tenía vínculos familiares por ser la esposa de<br />
José.<br />
Sus días transcurrieron tristes, pues se pensaba en formar allí una<br />
pequeña aristocracia por estar viviendo entre ellos la madre de Jesús.<br />
Acompañó con mucho pesar el inicio de las persecuciones a los<br />
cristianos y las luchas encarnizadas que protagonizaban judíos y cristianos<br />
en busca de una verdad que era de paz y de amor, dispensando, por tanto<br />
cualquier lucha física o verbal.<br />
Pasado algún tiempo, surge en Betania, Juan, el discípulo amado,<br />
que fiel al pedido de Jesús, venía a buscarla para vivir en las proximidades<br />
de Éfeso, con la alegría del hijo y el cariño de la madre.<br />
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