Anuario Espírita 2011 - ¡Bienvenido a Mensaje Fraternal!

colegas y alumnos. Fue creando un proceso pedagógico propio, utilizando
el Arte serio, pues veía en la dramatización una manera de moralizar el
ambiente social, a través de los procesos psicológicos de la imitación, en
los cuales identificaba a los personajes con el público. Por eso escogía
personalmente las piezas. Utilizaba también las Ciencias Naturales, la
gimnasia, la vivencia junto a la Naturaleza. Fue un innovador del Arte
científico de Educar. En su proyección autodidáctica buscó fuentes
preciosas, y puede identificarse, en sus métodos, influencia de Platón,
Kant, Spencer y Pestalozzi. Se percibía en su afán, toda una preparación
de ámbito espiritual y un alma volcada, desde eras anteriores, al
compromiso de la Educación. Educar las almas, he ahí su objetivo.
El ejercicio de la solidaridad y de la caridad también formaba parte
del aprendizaje de sus discípulos. Huyendo del concepto que regía para
la época (tan arraigado aún en la época actual), de aprendizaje por el
simple contacto con los libros, aplicaba la experiencia como recurso
indispensable, incluyendo innumerables prácticas que propiciaron el
aprendizaje de cuño apreciativo, moral, emocional, formación de actitudes
afectivas, propendiendo modificar actitudes y hábitos.
En la feliz definición de Corina Novelino, leemos:
“El joven profesor del Liceo Sacramentano, incluso antes de
conocer las luces del Espiritismo, ya se abrigaba en la fuente sublime del
sentimiento, guiándose por una elevada comprensión innata de los
problemas del Espíritu, que lo habría de inspirar en la jornada que daría
rumbo a su vida, siempre leal al ministerio de Amor, que Jesús le confió.”
En 1903, Eurípedes recibió como regalo un ejemplar de “La Biblia”,
que leyó con vivo interés. Se fijó, sobre todo, en el sermón de las
bienaventuranzas, pues no comprendía cómo el Cristo prometía, a los
desheredados de la suerte, la consolación, viendo la realidad del mundo a
su alrededor. Preguntó a su padre, pero éste no consiguió darle la
explicación procurada. No obstante, desde 1900, se había fundado el
primer núcleo espirita de la región, y el noble apóstol de Sacramento era
sobrino de Mariano da Cunha Junior, uno de los responsables de la
Institución. Cierta tarde, recibe la visita de su tío, y Eurípedes aprovecha
para preguntarle sobre sus dudas e inquietudes. Preparado por lo Alto,
(pero, sin saber que sería acribillado a indagaciones por el sobrino),
Mariano saca de su chaqueta un ejemplar de “Después de la Muerte”, de
León Denis y se lo obsequia al sobrino.
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