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Las Vidas de Tirofijo

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

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ampliar la organización política y la influencia <strong>de</strong> masas, para unificar en el futuro a todas<br />

las comisiones sobre un objetivo, <strong>de</strong>jar a los liberales limpios en el medio, <strong>de</strong>jarlos<br />

taponados, cubrirles las salidas, metidos en su círculo y los comunistas por fuera creciendo<br />

a varios niveles. Planteamiento supremamente acertado, pero en una situación tardía, el<br />

tiempo nos había agarrado <strong>de</strong>l cuello y nos tenía a punto <strong>de</strong> ahorcamiento. La fuerza<br />

especial se mostró <strong>de</strong> acuerdo. Pero uno ya veía el <strong>de</strong>saliento brotando por los dientes, ya<br />

uno veía el <strong>de</strong>saliento en los ojos <strong>de</strong> un mando perezoso; el capitán llanero. Los<br />

Arrayanales, uno los veía con el mundo perdido para sus ánimos, como sin perspectivas,<br />

como si todo hubiera <strong>de</strong>saparecido, como presintiendo que algo va a pasar y ese algo no se<br />

intenta <strong>de</strong>tener, se recibe con físico pesimismo. Uno notaba ese ambiente en el mando que<br />

había sido tan alegre, tan activo y enérgico en el cumplimiento <strong>de</strong> las ór<strong>de</strong>nes. Se<br />

<strong>de</strong>finieron pautas para un próximo acercamiento en la periferia con los <strong>de</strong>splazados, se<br />

acordaron los contactos por la vía legal, en fin, a El Davis ya se lo estaba tragando el río,<br />

las aguas <strong>de</strong>l río llevándose <strong>de</strong> brazos a El Davis...”.<br />

Un día, a las siete <strong>de</strong> la mañana, Marulanda había terminado <strong>de</strong> hacerle limpieza a su arma,<br />

cuando recibió una carta firmada por los Loayza que aún estaban vivos, en que le escribían<br />

un ultimátum: a tales horas llegarán a El Davis 300 hombres y esperamos que usted no se<br />

oponga a la entrada <strong>de</strong> nuestras tropas. Todos los mandos <strong>de</strong> El Davis han manifestado su<br />

acuerdo con nosotros y las conversaciones se dirigen a unificar en un solo comando, en un<br />

solo movimiento liberal sin comunistas, a los hombres en fila que operan en el Sur <strong>de</strong>l<br />

Tolima. Esperamos que usted no se oponga a la entrada <strong>de</strong> nuestras tropas. Los cuatro<br />

comunistas que aún permanecen en el comando serán pasados por las armas y finalmente<br />

todo quedará resuelto en el Sur. Nada más <strong>de</strong>cía la carta y muchas firmas estampadas. “Yo<br />

le pegué tales lecturas a la carta, <strong>de</strong>tenidamente la leí durante la mañana y pensé entre mí:<br />

todos estos corrompidos están comprometidos, todos estos tenientes, capitanes esperan la<br />

llegada <strong>de</strong> esos vagabundos que me escriben sin vergüenza una carta, porque saben que me<br />

les he enfrentado y me les hubiera enfrentado. ¿Cómo iba a permitir que vinieran así no<br />

más a matar a los dirigentes <strong>de</strong> El Davis? Nunca, esa posibilidad no cabía en la cabeza por<br />

su tamaño, ni por el carambas...”.<br />

En vista <strong>de</strong> la gravedad <strong>de</strong> lo escrito en la carta, Marulanda buscó a Martín Camargo, a<br />

Pedro Vásquez, a Lister a Wilcken, a Timochenco, reunió al personal disponible para la<br />

<strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la zona les dijo: “La situación explotará estos días y a uste<strong>de</strong>s los van a matar.<br />

Aquí no existe una fuerza capaz para <strong>de</strong>tener el asesinato. No es la mejor situación para<br />

uste<strong>de</strong>s, como para mí, aunque <strong>de</strong> todas maneras me les voy a oponer. Mis fuerzas no son<br />

suficientes para rechazar un ataque <strong>de</strong> 300 hombres y al final todos resultaremos <strong>de</strong><br />

víctimas. En la tar<strong>de</strong> nos organizaremos, la salida será cuando oscurezca. Con tal que<br />

pasemos a tiempo el río Saldaña y subamos la Cordillera hasta la punta que llaman La<br />

Pereza, me comprometo a garantizarles la vida. Les advierto la gravedad <strong>de</strong> la situación y<br />

espero que me avisen a las cuatro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, si aceptan mi propuesta”.<br />

Marulanda habló con certeza y seguridad a la comisión especial unos 20 hombres, el resto<br />

andaba con Charro por los lados <strong>de</strong> Planadas, les dijo que creía que otros comandantes <strong>de</strong><br />

El Davis estaban comprometidos en el complot, y agregó: “La única fuerza para resistir es<br />

la fuerza especial. Pero no creo que lo más correcto sea la resistencia en el comando...”. A<br />

las cuatro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> llegó Lister y le dijo a Manuel: “De acuerdo...”. Manuel le respondió:<br />

“A las seis y media <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>ben estar formados en el patio y cada uno <strong>de</strong>be salir <strong>de</strong> su<br />

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