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Las Vidas de Tirofijo

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

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Marulanda recuerda que había llegado a Gaitania en las horas <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> y lo primero que<br />

fue a buscar a Charro y los dos acordaron que “yo <strong>de</strong>bía hacerme cargo <strong>de</strong> algunos<br />

intereses <strong>de</strong>l partido. A Charro lo vi muy tranquilo, él andaba en las vueltas para organizar<br />

su salida para Bogotá. El 10 <strong>de</strong> enero no pudimos reunirnos por un retardo en la llegada <strong>de</strong><br />

Lister y con el mismo Charro aplazamos la reunión para el 11 <strong>de</strong> enero. Ese día, a las cinco<br />

<strong>de</strong> la mañana llega <strong>de</strong> Planadas la policía <strong>de</strong> Mariachi. Nadie sospechó que el plan era la<br />

eliminación física <strong>de</strong> Charro, nadie sospechó que se iba a cumplir ese plan fatal <strong>de</strong> los<br />

dirigentes políticos <strong>de</strong> los tres <strong>de</strong>partamentos, que querían asestar un duro golpe, el más<br />

doloroso, el más certero contra el movimiento como lo hicieron en El Davis. 250 hombres<br />

<strong>de</strong> la policía ya estaban escondidos en los cafetales. Nadie sospechó cuáles eran sus<br />

intenciones.<br />

En esas llegó Charro y se encontró con Lister y le dijo:<br />

-Compañero, por ahí están los limpios. Parece que vienen bravos y con ganas <strong>de</strong> jo<strong>de</strong>r,<br />

porque uno <strong>de</strong> ellos me invitó a que peleáramos y yo le dije que la pelea era para los perros,<br />

que yo ahora no peleaba. Que estábamos en paz y que los problemas se habían acabado,<br />

que se había acabado la guerra.<br />

Yo no le oculté a Charro, recuerda Lister, la gravedad <strong>de</strong> la situación y por eso le dije que<br />

tuviéramos cuidado y que se hacía indispensable mandar a llamar gente <strong>de</strong> la nuestra. El no<br />

estuvo <strong>de</strong> acuerdo porque no veía la situación tan grave como la veía yo. Sin embargo, le<br />

aconsejé que no saliera más a la plaza, hasta averiguar qué era lo que los limpios querían.<br />

Tomaron tinto en una tienda esquinera <strong>de</strong> la plaza; Charro se levantó <strong>de</strong>l asiento, sin<br />

prestarle atención a lo que le había dicho Lister. Tranquilo, dio la vuelta a la plaza y al<br />

entrar a una droguería vio a tres hombres que lo seguían pegados a sus pasos. Charro entró<br />

por una puerta y salió por la otra, antes alcanzó a intercambiar palabras con Sánchez, el<br />

dueño <strong>de</strong>l establecimiento, amigo suyo. Cuando Charro salió a la calle, los otros hombres<br />

se habían metido por la otra puerta y lo acribillaron a bala por la espalda. Cuando oí los<br />

tiros me levanté con una corazonada y corrí: “¡Maldita sea, seguro que lo han matado!,<br />

exclamé para mis a<strong>de</strong>ntros con un fatal presentimiento”.<br />

Jaime Guaracas <strong>de</strong>bía llegar a Gaitania ese día, 11 <strong>de</strong> enero, para asistir a la reunión<br />

convocada por la dirección. Charro, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> sostener la primera conversación con los<br />

limpios, encabezados por Belalcázar, lugarteniente <strong>de</strong> Mariachi, se dirigió hacia la casa<br />

don<strong>de</strong> le preparaban la alimentación, la casa <strong>de</strong> la compañera Can<strong>de</strong>laria. Tranquilo, se<br />

toma un tinto que la compañera le ofrece, hace un poco <strong>de</strong> tiempo, y al levantarse para salir,<br />

cogiéndolo <strong>de</strong>l brazo le dice la anciana Can<strong>de</strong>laria: Charro, no se vaya, espérese aquí, <strong>de</strong>je<br />

el afán, Charro con su mirada le dijo que no se preocupara, se fue hacia la plaza, volteó la<br />

esquina, caminó por la calle como tantas veces lo había hecho, buscó la calle principal <strong>de</strong>l<br />

pueblo, frente a la droguería <strong>de</strong> Joaquín Sánchez. Ahí le dispararon por la espalda. Charro<br />

no tuvo tiempo <strong>de</strong> meter la mano a la pretina para buscar el revólver, lo remataron con tres<br />

tiros, se <strong>de</strong>splomó el cuerpo <strong>de</strong> Charro. Un compañero <strong>de</strong> la auto<strong>de</strong>fensa tan pronto<br />

escuchó el tiroteo, salió con un fusil y al rompe lo mataron. Otro compañero se enfrentó<br />

con ellos en la esquina <strong>de</strong> la plaza, le dispararon y al sentirse herido, retrocedió y murió<br />

más a<strong>de</strong>lante, <strong>de</strong>sangrado. Los mariachis se habían apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong>l pueblo.<br />

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