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Las Vidas de Tirofijo

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

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¡El ajusticiamiento <strong>de</strong> bandidos! fue el plan inicial. Justicia con mano propia, el pago con la<br />

misma moneda, ubicarlos, llegarles, <strong>de</strong>sencuevarlos, rastrearlos, perseguirlos, no darles<br />

respiración, aniquilarlos, no <strong>de</strong>jarles escape; ver patéticamente la muerte en sus rostros, en<br />

sus gestos la agonía. La razón <strong>de</strong> no apelar a los representantes <strong>de</strong> la ley, se cuestionaba por<br />

la fuerza <strong>de</strong> la realidad. Bandidos y la ley eran un mismo nudo, en su calaña, en su<br />

condición humana, en la forma sádica <strong>de</strong> actuar y en los propósitos que buscaban. La ley se<br />

había salido <strong>de</strong> los cauces <strong>de</strong> la legalidad que la sustentaba. La venganza unificaba<br />

sentimientos comunes, <strong>de</strong> por sí se convertía en objetivo real. “...Al primero que<br />

ajusticiamos fue a Miguel H. Pareja, jefe pájaro <strong>de</strong> la región, or<strong>de</strong>nador <strong>de</strong> muchas<br />

muertes, sectario conservador, juez <strong>de</strong> Génova que aplicaba con saña y odio el veredicto<br />

sólo en beneficio <strong>de</strong> sus intereses. Y seguimos ajusticiando bandidos por campos y veredas.<br />

Al que encontrábamos le íbamos dando y así comenzamos a formar nuestra propia<br />

organización armada. Así comenzamos con los primos y Mo<strong>de</strong>sto Ávila...” Los<br />

perseguidores se convirtieron en perseguidos, ahora eran hombres temblorosos. “En ese<br />

primer empuje <strong>de</strong> ajusticiamientos, pues tumbamos, hasta don<strong>de</strong> yo me di cuenta, por ahí<br />

unos veinticinco. Trabajadores como nosotros, pero ya corrompidos en su sed <strong>de</strong> violentos;<br />

conservadores <strong>de</strong> las veredas, dueños <strong>de</strong> fincas, dueños <strong>de</strong> vacas y <strong>de</strong> caballos, con<br />

pequeños patrimonios, la misma cosa <strong>de</strong> hombres como nosotros. Pero eso fue un producto<br />

<strong>de</strong> algo que surgió no por culpa nuestra, algo en que nos vimos arrastrados, incluso contra<br />

la voluntad nuestra... No fue, digamos, un arrastre <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino, más bien digamos que<br />

fuimos arrastrados por la situación...”.<br />

“Volver por los territorios perdidos...”<br />

Surgió en Pedro Antonio Marín o Manuel Marulanda Vélez, sin que él se lo propusiera, a<br />

corto o largo plazo, el don natural <strong>de</strong> mando. Quizá fue <strong>de</strong>cisivo en esa ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> su<br />

personalidad nada espontáneo, el ser nieto <strong>de</strong> colono, hombres como su abuelo con una<br />

mentalidad dispuesta para <strong>de</strong>rribar montañas y encontrarle luces <strong>de</strong> camino a la selva,<br />

enseñanza que Pedro Antonio Marín con sabiduría la apropió en su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muchacho<br />

<strong>de</strong> convertirse en todo sentido, en un hombre in<strong>de</strong>pendiente. Los negocios le dieron los<br />

iniciales conocimientos en el manejo <strong>de</strong> hombres; incidieron en su capacidad <strong>de</strong> organizar<br />

fuerzas humanas para que confluyeran en un cause final, le prefiguraron esa facilidad. La<br />

psicología <strong>de</strong>l hombre perseguido, <strong>de</strong>l hombre acosado a cada instante, <strong>de</strong>l hombre que<br />

huye en un círculo, le enseñó a la fuerza a conocer a fondo el terreno en sus vericuetos, a<br />

tener en cuenta sus salidas y entradas, a pensar y actuar con rapi<strong>de</strong>z, a saber escabullirse en<br />

el preciso momento, a soltar al enemigo cuando éste cree que lo tiene cercado. Aprendió a<br />

huir para camuflarse y planear en su <strong>de</strong>scanso las condiciones excepcionales para esperar<br />

<strong>de</strong> nuevo a sus enemigos, ya no en un estado <strong>de</strong> absoluta in<strong>de</strong>fensión. <strong>Las</strong> circunstancias<br />

que influyen en el hombre y el hombre les saca provecho a esas circunstancias. El guerrero<br />

que se forma solo, bajo el apremio <strong>de</strong> las leyes que surgen en profundas raíces en la<br />

montaña. A<strong>de</strong>más -otro rasgo muy suyo-, <strong>de</strong> estar siempre racionalizando la experiencia<br />

vivida en carne, y ropa ajena. Nada <strong>de</strong> lo que había sucedido entre los meses <strong>de</strong> agosto y<br />

noviembre <strong>de</strong> 1949 en el norte <strong>de</strong>l Valle, había pasado <strong>de</strong>sapercibido en su cerebro; todo<br />

fue adquiriendo connotaciones <strong>de</strong> un serio aprendizaje para que no se volviera a repetir en<br />

las dimensiones <strong>de</strong> lo más dramático como suele suce<strong>de</strong>r.<br />

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