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Las Vidas de Tirofijo

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

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allí mismo en la calle. Yo no pu<strong>de</strong> hacer nada ante la muerte <strong>de</strong> mi hijo, no era posible<br />

<strong>de</strong>tener su agonía y mientras yo lloraba, inútil llanto, él intentó ponerse <strong>de</strong> pie para<br />

perseguir a los causantes <strong>de</strong> su sangre y se <strong>de</strong>splomó como a la media cuadra, no dio más<br />

su respiración”.<br />

Génova fue un camino <strong>de</strong> muertos sin cajones para enterrar. Muertos ahí <strong>de</strong> cara al cielo,<br />

en <strong>de</strong>scomposición <strong>de</strong> gusanos, a la espera <strong>de</strong> los chulos parapetados en los árboles... Yo<br />

un día fui con unas vecinas, a un sitio cercano al pueblo, cargadas <strong>de</strong> miedo, pues el<br />

corazón saltaba como trueno y vimos los cuerpos regados, <strong>de</strong>shoje <strong>de</strong> flores en capullo, <strong>de</strong><br />

veinte criaturas y lavamos la sangre a las veinte criaturas, como cristianos los lavamos<br />

para que así, se pudieran enterrar ya limpios sus cuerpos <strong>de</strong> muerte enviolentada que ya se<br />

había regado por sus almas...”.<br />

“Del Valle, Pedro Antonio regresó todo cambiado. Allá lo dañó mi hermano Manuel, que<br />

lo escondió por meses en el monte. Lo volvió malo o lo volvió bueno, yo no sé. En esos<br />

años se le <strong>de</strong>cía malo al hombre que <strong>de</strong>jaba la huida para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la vida, y él <strong>de</strong>jó la<br />

huida. Se volvió malo o se volvió bueno por hacer algo distinto, <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ser presa fácil<br />

como hombre perseguido. El muchacho regresó todo cambiado, ahora hablaba, soltaba<br />

sus palabras. Ahora lo que tenía escondido era su silencio. El regresó hecho un hombre, ya<br />

sin temores, sin nada que escon<strong>de</strong>r <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l sombrero y <strong>de</strong> la ruana...<br />

“Después <strong>de</strong> tomar aguapanela, comió algo a la ligera, me preguntó por los primos, yo le<br />

dije, están en los cafetales, no pue<strong>de</strong>n salir al sol los muchachos. Me preguntó acelerado<br />

<strong>de</strong> espíritu, en el campo, ¿qué suce<strong>de</strong>? Yo le dije, en el campo está la policía en su oficio,<br />

matando gente. Me preguntó, por un lugar dón<strong>de</strong> pudiera estar seguro unos días. Yo le<br />

dije, si hay un lugar seguro, ahí no están los conservadores molestando. Los únicos que<br />

andan rondando son los <strong>de</strong> la policía. Cogen a cuatro o cinco liberales, dicen que son<br />

ladrones <strong>de</strong> vacas y los matan sin compasión por el camino. Es el pretexto. Al día siguiente<br />

sin cara <strong>de</strong> culpa ni remordimientos <strong>de</strong> conciencia, dicen que se iban a fugar y que<br />

tuvieron que disparar y no por ser ellos liberales dicen, sino por ladrones comevacas. Es la<br />

or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong> Génova <strong>de</strong> no llevar a ningún liberal vivo a la cárcel, porque tienen<br />

que darle libertad, largarlos por falta <strong>de</strong> pruebas...Vivimos todos nosotros sembrados <strong>de</strong><br />

cadáveres, sobrino..., colgados al cuello como bendito escapulario...”<br />

“Al primero que ajusticiamos fue...”<br />

En la calle principal <strong>de</strong> entrada a Génova, subiendo por la <strong>de</strong>recha hacia el parque, existe<br />

una casa construida con guadua y barro embutido, <strong>de</strong> techo entejado y pintada <strong>de</strong> ver<strong>de</strong> y<br />

zócalo amarillo; a esa casa entró Pedro Antonio Marín aquella noche cuando llegó huyendo<br />

<strong>de</strong>l Valle, entró por la misma puerta en que un año <strong>de</strong>spués matarían al frente, a uno <strong>de</strong> sus<br />

primos. En la sala se sentó en una silla al lado <strong>de</strong> su tía Ana Francisca, mujer <strong>de</strong> más <strong>de</strong><br />

treinta años, conversadora; él le contó sobre la muerte <strong>de</strong>l tío José <strong>de</strong> Jesús, ella le informó<br />

con señales y <strong>de</strong>talles sobre la situación <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> sus primos; los dos hablaron por un<br />

año seguido; en la noche Pedro Antonio Marín acostado en cama blanda no concilió el<br />

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