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Las Vidas de Tirofijo

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

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profundidad <strong>de</strong>l hueco, antes habíamos espantado un poco el humo que aún salía y resultó<br />

midiendo seis metros <strong>de</strong> profundidad, luego le dimos la vuelta a la boca <strong>de</strong>l cráter, hasta<br />

que medimos 52 metros <strong>de</strong> circunferencia”, ahora se reía Jacobo al recordarlo. Si la bomba<br />

cae sobre un edificio, dijo Hernando, mi hermano querido, no queda <strong>de</strong> seguro, señales <strong>de</strong><br />

los cimientos. La onda explosiva trasladó un gigantesco árbol por entre la selva, y lo <strong>de</strong>jo al<br />

otro lado <strong>de</strong>l río con sus raíces, sus ramajes, a más <strong>de</strong> cien metros <strong>de</strong> distancia. Una <strong>de</strong> las<br />

mulas que pastaba tranquilamente en el plan, voló intacta por el aire y cuando la vieron ya<br />

en tierra, seguía igual por fuera, pero reventada por <strong>de</strong>ntro. Una <strong>de</strong> las bombas cayó sobre<br />

el pequeño río San Miguel -una bomba <strong>de</strong> media tonelada-, “cayó en el sitio don<strong>de</strong> había<br />

ropa extendida, y yo me puse a ver el espectáculo y la explosión secó el río por lo menos<br />

durante cinco minutos, <strong>de</strong>jando un hueco espantoso; <strong>de</strong> pronto, mis castos ojos vieron que<br />

el río se había perdido, vi un río <strong>de</strong> piedras, luego volví a ver que la fuerza <strong>de</strong>l agua unía <strong>de</strong><br />

nuevo sus corrientes y salieron brincando los pescaditos en el aire...”, seguía riéndose<br />

Jacobo al regresar por su memoria.<br />

Manuel hablaba con Isaías Pardo, un poco más arriba <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estaba situado el casino, y<br />

Joselo como siempre estaba en el casino, enruanado con su fusil <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la ruana, con sus<br />

cartucheras y todo. El hombre se había sentado al pie <strong>de</strong> un palo que sostenía la vara<br />

horizontal <strong>de</strong>l casino. “Llegó el Joselo y se recostó sobre la vara, cuando vuelven a hacer<br />

presencia los dichos aviones y como ya habíamos dado la orientación <strong>de</strong> replegarnos en<br />

grupos pequeños, porque don<strong>de</strong> cayera una bomba -ya habíamos hecho un cálculo-, si una<br />

<strong>de</strong> esas bombas caía en un sitio don<strong>de</strong> estuvieran agrupados 100 hombres, creo que podía<br />

<strong>de</strong>struir fácilmente, sin mayor esfuerzo, un 80% <strong>de</strong> los hombres y <strong>de</strong>jar vivos, un 20%.<br />

Vino el bombar<strong>de</strong>o, Joselo arranca a correr, la ruana se le enreda en el garabato, Joselo sale<br />

por un filo arriba y la ruana quedó engarzada en el garabato, pareciéndose a un<br />

espantapájaros asustado. <strong>Las</strong> bombas cayeron en la montaña y esas bombas hicieron los<br />

mismos daños en la tierra y en cuanto a su capacidad <strong>de</strong> abrirle bocas amplias al terreno, se<br />

sobrepasaron. Caía la bomba y formaba una bocaza <strong>de</strong> 100 metros y si caía otra a poca<br />

distancia, entonces ese par <strong>de</strong> bombas cubrían con su <strong>de</strong>strucción un amplio tramo <strong>de</strong> por lo<br />

menos 500 metros a la redonda. Según cálculos que hicimos, dos bombas <strong>de</strong> esa ambición<br />

<strong>de</strong>structiva, tumbaban una hectárea <strong>de</strong> monte, pero, como estábamos en época <strong>de</strong> guerra y<br />

no <strong>de</strong> abrir el monte en forma por <strong>de</strong>más pacífica y <strong>de</strong> trabajo, nos dijimos, que el segundo<br />

bombar<strong>de</strong>o había sido muy violento. Ya le estábamos cogiendo miedo a esos mensajes <strong>de</strong>l<br />

cielo, porque si no lo mataba a uno el bombar<strong>de</strong>o, lo mataba el <strong>de</strong>rrumbe <strong>de</strong> la montaña, o<br />

si uno andaba con la muerte montada encima, podía obtener también sin mayor esfuerzo,<br />

una doble muerte, por bombar<strong>de</strong>o y por sepultada <strong>de</strong> montaña; a<strong>de</strong>más el pobre prójimo si<br />

sobreviviera podía recibir adicionalmente sobre su cuerpo, una terrible mano <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />

<strong>de</strong>rribada por la onda explosiva, incluyendo el huracán acompañado <strong>de</strong> tierra, piedras y<br />

palos que se iban <strong>de</strong>rribando unos sobre otros, se iban tumbando. Fue una mala pasada que<br />

nos jugaron los altos mandos <strong>de</strong>l ejército, porque nos cogió <strong>de</strong> sorpresa. Si nosotros<br />

hubiéramos estado en trincheras y <strong>de</strong>splegados, pasa como algo normal y corriente, había<br />

sucedido como un ametrallamiento y un simple bombar<strong>de</strong>o...”, pensaba Manuel Marulanda.<br />

Se or<strong>de</strong>nó <strong>de</strong>spués que pasaron los bombar<strong>de</strong>os, retirar lo que se había salvado <strong>de</strong> las<br />

provisiones. A la mayoría <strong>de</strong> los bultos <strong>de</strong> maíz no les sucedió nada. Murió la compañera<br />

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