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Las Vidas de Tirofijo

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

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Temor, inseguridad <strong>de</strong>l hombre que busca valor en otras fuerzas espirituales para no<br />

sentirse irremediablemente perdido, abandonado <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> Dios. El más allá <strong>de</strong>l cielo<br />

metido entre su cuerpo. No las nubes, la i<strong>de</strong>a que habita más allá <strong>de</strong> las nubes. Lluvia por<br />

un día, la visita <strong>de</strong> Fátima.<br />

Un testigo <strong>de</strong> los acontecimientos sucedidos en la cordillera Central, dijo, años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

la visita <strong>de</strong> la Virgen <strong>de</strong> Fátima a Tulúa:<br />

“El Cóndor fue el que organizó las matanzas <strong>de</strong> Ceilán, <strong>de</strong> Betania, <strong>de</strong> La Marina y todas<br />

esas masacres horribles, <strong>de</strong> aquí -<strong>de</strong> Tulúa-, salieron los carros y León María los armaba<br />

con armas que sacaba <strong>de</strong> lo que llamaron Casa Cural, que había sido la casa <strong>de</strong>l padre<br />

Franco, pero en esa época era el cuartel <strong>de</strong> la policía. De allá sacaron las armas para la<br />

chusma. De la Casa Cural salieron armas para hacer las matanzas <strong>de</strong> Ceilán, La Marina,<br />

<strong>de</strong> Betania, <strong>de</strong> tantas partes. Eran el ejército y la policía los que armaban la pajaramenta,<br />

eso lo sabía todo el mundo...”.<br />

El Cóndor, León María Lozano, que sentía profunda ternura y adoración por su mujer<br />

Agripina , por su hija y su perro Tatí, con la dureza que siempre exploraba su voz áspera<br />

que parecía salir <strong>de</strong>l estómago, según El Chimbilá que lo conoció <strong>de</strong> cerca, nunca llegó a<br />

matar a un cristiano con sus propias manos. Su cerebro en cambio era un cañón oloroso a<br />

pólvora, dando ór<strong>de</strong>nes. Mató sí a un gato, cuando en un arranque <strong>de</strong> ira <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

soportar una noche seguida los ataques <strong>de</strong> asma, le <strong>de</strong>scargó el plomo <strong>de</strong> su revólver en la<br />

cabeza, sin que aflorara un mínimo rasgo <strong>de</strong> piedad en su espíritu. Quería, luego lo<br />

confesaría a uno <strong>de</strong> sus hombres, preservar par siempre su estirpe <strong>de</strong> ave <strong>de</strong> vuelo mayor,<br />

que actuaba en las más encumbradas alturas. Hombre-pájaro sin cuello <strong>de</strong>snudo ni crestas<br />

ni barbas, ni plumaje fuerte y pies negros como el Cóndor <strong>de</strong> los An<strong>de</strong>s. Un pájaro vestido<br />

<strong>de</strong>centemente con saco cruzado que no hablaba <strong>de</strong> muertos, hablaba con certeza <strong>de</strong> sus<br />

convicciones, en forma por <strong>de</strong>más tranquila. Mató el gato porque lo consi<strong>de</strong>raba el peor<br />

enemigo <strong>de</strong> su especie y no por ser el causante <strong>de</strong> la alergia que le producía sus ataques <strong>de</strong><br />

asma.<br />

Había surgido como leyenda política por su valor el 9 <strong>de</strong> abril, cuando los liberales alzados,<br />

trataron <strong>de</strong> asaltar el colegio <strong>de</strong> los Salesianos y él, hombre dispuesto a la muerte por su fe<br />

religiosa, los enfrentó con un taco <strong>de</strong> dinamita en las manos y los puso a huir. Dejaría<br />

entonces, el puesto <strong>de</strong> venta <strong>de</strong> quesos que tenía en la galería para <strong>de</strong>dicarse a su pasión<br />

oculta, la que bullía en su sangre, la política. Pero haciéndola a su manera, con su estilo. No<br />

olvidó su ser religioso, nunca <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> asistir a la misa <strong>de</strong> las seis <strong>de</strong> la mañana don<strong>de</strong> los<br />

Salesianos; nunca abandonó la costumbre <strong>de</strong> llevarles quesos todos los días a sus directores<br />

espirituales, los Salesianos. Se convertía así, en un acatado jefe político, nada se hacía en<br />

sus dominios sin que estuviera engranado y or<strong>de</strong>nado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su cerebro. Comenzó por<br />

organizar en Tulúa policía cívica, por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l directorio conservador, lo que sería el<br />

cordón umbilical para sus muchachos, los pájaros. Tenía sus mañas como lector infatigable<br />

<strong>de</strong> El Siglo. Leía sus editoriales en entrelíneas y sólo él -su secreto-, encontraba en los<br />

escritos sagrados, las consignas a<strong>de</strong>cuadas para impulsar su cruzada, labor <strong>de</strong> partido, labor<br />

cristiana <strong>de</strong> azular, en forma <strong>de</strong>finitiva, la cordillera Central. Era un hombre obsesionado<br />

en sus propósitos. Vertical en sus <strong>de</strong>cisiones. Adoraba a Laureano Gómez, especie <strong>de</strong><br />

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