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Las Vidas de Tirofijo

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

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acomodó sin dificulta<strong>de</strong>s en la habitación <strong>de</strong> un pequeño hotel, durante una semana para<br />

continuar con su rigurosa labor <strong>de</strong> observación, midiendo los pasos mínimos en los tiempos<br />

muertos para el negocio. Se fue para La Primavera, cabalgando sobre una bestia poco<br />

briosa en jornada media, muy complacido. “El Dovio muy bueno para el negocio, cosa<br />

fantástica, cosa increíble. Con lo que se saliera a la plaza, eso se vendía, al quedar uno con<br />

las manos vacías. Si se aparecía al mercado surtido <strong>de</strong> mercancías, vendía mercancías; si<br />

era expen<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> carne, la res en pie, <strong>de</strong> inmediato se cortaba en libras, <strong>de</strong>sapareciendo<br />

hasta los huesos; uno veía que se instalaba un hotel, era mucha la <strong>de</strong>manda por dormida y<br />

hospedaje completo con comida. Mejor dicho, se veían amplias perspectivas para montar<br />

un negocio estable que diera en El Dovio”. Se informó con la gente, lo examinó todo en sus<br />

riesgos y en las posibilida<strong>de</strong>s y concluyó que “era una plaza para la venta <strong>de</strong> lo que fuera,<br />

con esto quiero significar mi entusiasmo...”.<br />

El día <strong>de</strong> partir, dispuesto a montarse en la bestia poco briosa, feliz con las señales <strong>de</strong> su<br />

intuición, vio <strong>de</strong> pronto que se formó en la plaza una trifulca enorme y brutal <strong>de</strong> bandos <strong>de</strong><br />

hombres, a las tres <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> y culminó a las siete <strong>de</strong> la noche. Pero Antonio Marín no<br />

sabía el origen, a los veinte minutos se enteró por la gritería que se trataba <strong>de</strong> una pelea<br />

entre liberales y conservadores, por los abajo a uno y otro partido. <strong>Las</strong> toldas volaron<br />

<strong>de</strong>strozadas con el viento travieso; las frutas, papayas, anones, piñas, chirimoyas y bananos<br />

<strong>de</strong>stripadas por los pies, cabezas y espaldas; la carne que colgaba <strong>de</strong> los garfios apareció<br />

saliendo <strong>de</strong> los estómagos <strong>de</strong> hombres caídos; un hombre quedó disfrazado con máscara <strong>de</strong><br />

marrano en lechona; los liberales se armaron con un bulto <strong>de</strong> panela y la utilizaron como<br />

piedras afiladas; los conservadores se <strong>de</strong>fendieron <strong>de</strong> sus contrincantes, la sangre se <strong>de</strong>slizó<br />

con odio en los rostros; se rasgó el aire con peinillas, navajas y puñales en furiosos<br />

intercambios <strong>de</strong> lances, sonaron los disparos y a las siete <strong>de</strong> la noche en un pueblo don<strong>de</strong><br />

había escapado la voz cuerda y apacible, se hizo por las autorida<strong>de</strong>s el reconocimiento <strong>de</strong><br />

cinco muertos y los treinta heridos se levantaron agitados y adoloridos corrieron. Al día<br />

siguiente en la tar<strong>de</strong>, se anunció que llegaban refuerzos policiales <strong>de</strong> Roldanillo.<br />

A la semana siguiente, Pedro Antonio Marín ocupado en su negocio en La Primavera se<br />

enteró <strong>de</strong> que la policía había <strong>de</strong>tenido a multitud <strong>de</strong> personas en El Dovio; no averiguó<br />

más, “porque cuando uno se <strong>de</strong>dica a los negocios, no está preguntando por cuestiones<br />

políticas, uno está entre los tuétanos <strong>de</strong>l negocio...”<br />

Después se produjo la ocupación <strong>de</strong> El Dovio “por bandas conservadoras <strong>de</strong> El Águila y no<br />

sé que otros pueblos <strong>de</strong> Upía, Caldas. Aparecieron sin contemplación los muertos en el<br />

camino...”. Pedro Antonio Marín <strong>de</strong>tuvo el tiempo con las manos para pensar: “Yo dije, ya<br />

se jodió esto. Jodida la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> montar un almacén en El Dovio. No tiene objeto invertir<br />

trabajo para luego <strong>de</strong>speñarse...”.<br />

A Cali, un pueblo gran<strong>de</strong>, quizá sobrepasaba los cien mil habitantes, en los meses <strong>de</strong> julio y<br />

<strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1949, llegaron los que huyendo, salvaron sus vidas. Los sobrevivientes <strong>de</strong>l<br />

norte <strong>de</strong>l Valle. Con el horror en los ojos, se hacinaron como pudieron en el viejo local <strong>de</strong><br />

la Casa Liberal y contaron lo vivido como exiliados <strong>de</strong> El Dovio:<br />

Dijo un hombre: “A mi me mandaron una carta, que nadie firmaba, tenía un cuchillo<br />

pintado y unas gotas <strong>de</strong> sangre, hechas con tinta roja. En ella me <strong>de</strong>cía que si no<br />

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