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Las Vidas de Tirofijo

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

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gusto al <strong>de</strong>rribar la arbolada, sembrar y construir viviendas. “Un guatiniador <strong>de</strong> borugos,<br />

atento y muy avispados los oídos para cazar la presa; era un afiebrado por la cacería <strong>de</strong><br />

venado...”. El abuelo refunfuñaba: por tantos bosques que he transitado, por tantos ríos que<br />

he cruzado y va<strong>de</strong>ado, pasado por muchas veredas y nunca he escuchado los pasos <strong>de</strong> los<br />

espantos que tienen endiablada la cabeza <strong>de</strong> los prójimos. Cuando voy a la montaña<br />

escucho con sumo cuidado, los vientos <strong>de</strong> mis pasos y tanto que he andado. Y reía el<br />

abuelo, porque también era un hombre reidor <strong>de</strong> ganas y con ganas. Volvía a repetir: he<br />

alumbrado mis caminos en todas las horas <strong>de</strong>l hombre: en la madrugada, en el día, en la<br />

noche...., y sólo he escuchado el pálpito <strong>de</strong> mi corazón.<br />

Doce fueron los tíos, cuatro los más cercanos, tres ejercieron influencia <strong>de</strong>cisiva sobre<br />

Pedro Antonio Marín. El tío Ángel Marín, “blanco, alto y muy <strong>de</strong>lgado, <strong>de</strong> ojos no muy<br />

negros, pero hombre amable, alegre y festivo”, un político <strong>de</strong> talla “digamos veredal, muy<br />

convencido <strong>de</strong> sus verda<strong>de</strong>s...”. Persona relativamente culta, <strong>de</strong> ciertos conocimientos y<br />

“hablaba hasta saciarse <strong>de</strong> sus i<strong>de</strong>as liberales, en acaloradas discusiones con los campesinos<br />

y al final les sacaba brillo en los ojos -ya persuadidos...”. Los inducía a apoyar al<br />

liberalismo en sus campañas para concejos, asambleas y parlamento; <strong>de</strong>scribía acelerado la<br />

personalidad y cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los candidatos <strong>de</strong> su partido a la Presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la República<br />

en los años 46. Un hombre muy interesado en las contiendas políticas, sin ser agresivo en<br />

los lances verbales que tuviera con los conservadores. “Un hombre respetuoso, pero <strong>de</strong><br />

impulsos. Furibundo gaitanista, <strong>de</strong> sangre hirviendo mi tío Ángel Marín, en su habla al<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a su lí<strong>de</strong>r...”.<br />

Al otro tío que querían y admiraban Pedro Antonio Marín y sus hermanos, era a José <strong>de</strong><br />

Jesús Marín, “más grueso <strong>de</strong> cuerpo y menos alto que el tío Ángel, pero reconcentrado en<br />

su pensar y silencioso en su voz”, por la ductilidad y la ternura en manejar las relaciones<br />

con sus sobrinos. Les enseñó diversidad <strong>de</strong> juegos, en especial el arte <strong>de</strong> la esgrima. Les<br />

daba clases con un palo, filigranas volátiles en sus manos; luego con la peinilla, <strong>de</strong>stellos<br />

imperceptibles, en las tar<strong>de</strong>s y en las noches <strong>de</strong> luna. Figuras entrecortadas <strong>de</strong> un hombre<br />

adulto, ágil y ligero como ninguno en sus movimientos y niños girando a su alre<strong>de</strong>dor y el<br />

sonio constante <strong>de</strong> palos al chocar en el aire. Les habló <strong>de</strong> los artilugios <strong>de</strong> la <strong>de</strong>fensa<br />

personal: “Confianza en la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong> cada hombre, controlar el miedo como se controla la<br />

respiración; un hombre <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> su vida y no la vida <strong>de</strong> otro hombre...”. Los alertó sobre la<br />

seguridad y la concentración frente al enemigo: “al hombre hay que mirarlo y medirlo<br />

como se mi<strong>de</strong> y se mira la montaña, <strong>de</strong> cuerpo entero...”. Les <strong>de</strong>finió la velocidad <strong>de</strong>l brazo<br />

dirigido por el cerebro, en el lance certero y <strong>de</strong>finitivo: “las piernas tensionadas como árbol<br />

enraizado, músculos <strong>de</strong> roca joven y el golpe inesperado pero pensado y medido <strong>de</strong><br />

antemano, luego no importa la sangre, no importa la agonía, esa es señal <strong>de</strong> muerte ajena <strong>de</strong><br />

alguien que quería meter a la fuerza la muerte en nuestra vida y uno como hombre sólo<br />

quiere seguir andando con sus pies y no con pies prestados. Nada más quiere, lo ven,<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse...”. “Terminábamos, el tío José <strong>de</strong> Jesús con la espalda vuelta un río <strong>de</strong> sudor, y<br />

nosotros, con el cansancio como astilla entre los ojos y los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> un sueño sin<br />

azozobrarse....A ese par <strong>de</strong> tíos los teníamos muy en cuenta. Al uno por la cuestión política,<br />

al otro por la cosa <strong>de</strong> la esgrima y por los muchos juegos que nos fue enseñando a mi y a<br />

mis hermanos”. Los otros tíos más cercanos a la altura <strong>de</strong> sus años, fueron Manuel y Lucila.<br />

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