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Las Vidas de Tirofijo

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

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sólo encontró rumores amenazantes. “Entonces, yo vine a parar <strong>de</strong> nuevo a Ceilán, como<br />

recogiendo una antigua carrera...”.<br />

Se juntaron los pájaros al por mayor y al <strong>de</strong>tal, <strong>de</strong> tantos colores como usted pue<strong>de</strong><br />

encontrar en los árboles <strong>de</strong> la montaña, con nombres bien puestos a su naturaleza...” La<br />

lluvia escandalosa sobre Ceilán: que viene Lamparilla con sus dientes <strong>de</strong> oro y su mal <strong>de</strong><br />

cara, junto al Pájaro Ver<strong>de</strong>, disparo certero y vuela raudo al lado <strong>de</strong> Pájaro Negro que<br />

corta y picotea el viento en compañía <strong>de</strong> Pájaro Azul, rostro <strong>de</strong> color <strong>de</strong> cielo abierto y<br />

corre ja<strong>de</strong>ante con Caballito y relincha más fuerte que Caballo Ronco y más veloz que El<br />

Pollo, débil <strong>de</strong> contextura pero sagaz con el arma blanca y con ellos, El Chimbilá con su<br />

colmillo afilado, sediento <strong>de</strong> sangre, vidrios turbios sus ojos, una banda que suma<br />

doscientos hombres a caballo, a pie, que pue<strong>de</strong>n ser cuatrocientos hombres levantando<br />

polvo, son ellos volando, caminando.<br />

El tío Ángel Marín vigoroso como siempre, agitaba a la población para organizar algo<br />

parecido a lo que se había intentado hacer en otros pueblos: una guardia, patrullajes<br />

armados <strong>de</strong> machetes y palos, lo que se tenía a mano. Con un novillo, tres cargas <strong>de</strong><br />

plátanos y una arroba <strong>de</strong> yuca, tres bultos <strong>de</strong> panela, llegaban los vecinos <strong>de</strong> las veredas<br />

para establecer en la plaza <strong>de</strong> Ceilán, una cocina colectiva. Si alguien quería comida, vayan<br />

a la molienda, traigan panela, vayan por el novillo y se iba sacrificando y se resolvía el<br />

problema <strong>de</strong> alimentación <strong>de</strong> la población. En una <strong>de</strong> esas reuniones se dijo, lo recuerda<br />

con precisión Manuel Marulanda: “Aquí no lo vamos a <strong>de</strong>jar entrar... ¿Quién tiene armas...?<br />

¿Cuántas pistolas, cuántas escopetas...? Hay que hacer un conteo...en fin, nos reagrupamos<br />

como pudimos en Ceilán para evitar otras nuevas carreras, otros correteos. <strong>Las</strong> piernas<br />

comenzaban a cansarse...”. Intento <strong>de</strong> no <strong>de</strong>jarse doblegar.<br />

“Antes <strong>de</strong> Ceilán, a pie sin mucha prisa, a hora y media existe un punto que se llama San<br />

Rafael. Allí vivían unos comerciantes, que no recuerdo sus nombres, buenas gentes en su<br />

carácter humanitario. Comerciantes que le compraban sus cosechas a todo el mundo y le<br />

vendían a todo el mundo lo que tuvieran en sus almacenes. Sostenían al municipio <strong>de</strong><br />

cosecha a cosecha. Eran comerciantes, si señor, tal vez explotarían, pero rectos y como<br />

comerciantes, su oficio, uno lo supone y lo conoce, es para conseguir plata subiéndole <strong>de</strong><br />

precio a los artículos, comprando barato. Pero, <strong>de</strong> todas maneras en mi sentir y en el<br />

sentimiento <strong>de</strong> la población, es lo cierto, eran muy apreciadas. Mejor dicho, les llamaban<br />

los padres <strong>de</strong>l municipio...”.<br />

Tres hermanos, parecidos físicamente, liberales los tres, dueños <strong>de</strong>l comercio <strong>de</strong> San<br />

Rafael, a la entrada <strong>de</strong> El Puerto para Ceilán y hacia abajo la carretera que seguía <strong>de</strong><br />

Frazadas a Tulúa y <strong>de</strong> El Puerto y <strong>de</strong> El Alto siguiendo la carretera hacia La Moralia. Ellos<br />

montaron su negocio en un cruce <strong>de</strong> caminos, con sabiduría y mucho olfato. Llegaba usted,<br />

señor, necesito me tramite la remesa, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahora hasta la cosecha siguiente. Sí, como no,<br />

¿Cómo se llama usted? ¿Qué produce, cuánto café...? Si señor, con mucho gusto. Escribían<br />

su nombre en un libro y cada ocho días el hombre iba personalmente por su remesa o<br />

mandada un propio y no había ningún problema.<br />

“El negocio era tan gran<strong>de</strong>, que no se le podía dar el nombre <strong>de</strong> almacén, eso era<br />

<strong>de</strong>masiadamente gran<strong>de</strong>; uno a simple vista no alcanzaba a ver los inmensos <strong>de</strong>pósitos y<br />

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