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Las Vidas de Tirofijo

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

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campamentico y <strong>de</strong> su caletica, con su señora y con lo que tenga a disposición, porque nos<br />

vamos por encima <strong>de</strong>l mando y <strong>de</strong> quien se oponga. El mando no se atreve a <strong>de</strong>cirme que<br />

no me vaya, porque me conocen como una persona respetable y <strong>de</strong> verdad que me conocen,<br />

si tratan <strong>de</strong> impedir la salida, les voy a dar plomo. Conocen lo que puedo hacer con la gente<br />

que tengo. Si es necesario, nos damos plomo, le dije yo a la comisión especial...”.<br />

Equipados, listos para marchar, como para cumplir un simple requisito. Marulanda le dijo<br />

al oficial <strong>de</strong> servicio: “Parte, que nos vamos”. El hombre respondió sorprendido: “Como<br />

que se van a ir, si las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong>l capitán...es que nadie pue<strong>de</strong> salir <strong>de</strong>l comando”. Manuel<br />

sin sulfurarse le dijo: “Con visto bueno o sin visto bueno, querido oficial <strong>de</strong> servicio,<br />

gústele a usted o no le guste, gústele o no le guste al Estado Mayor, me voy. Porque va a<br />

explotar una contrarrevolución y van a matar a todo el mundo. Uste<strong>de</strong>s han <strong>de</strong>sperdiciado<br />

gran<strong>de</strong>s trechos, gran<strong>de</strong>s espacios políticos, han <strong>de</strong>sperdiciado la formación que recibieron.<br />

Lo que tienen en la cabeza es un inmenso viaje <strong>de</strong> cucarachas ya empollando. Entonces,<br />

caballeros adiós, adiós, y cui<strong>de</strong>n la vida porque la muerte ya está al acecho...”.<br />

Algunos comandantes, entre ellos Car<strong>de</strong>nal le pidieron a Manuel que los llevara con él; se<br />

negó rotundamente. En la primera avanzada les dijeron: “no hay salida”. Marulanda les<br />

dijo: “Salimos con autorización o sin ella, pero nos vamos...”. Los hombres <strong>de</strong> la avanzada<br />

respondieron: “Nosotros no vamos a pelear con uste<strong>de</strong>s. Salgan”. Existía el temor que <strong>de</strong><br />

pronto algunos <strong>de</strong> los capitanes comprometidos se les pusieran a las espaldas, salieran en<br />

bloque a perseguirlos. No sucedió. La segunda avanzada estaba situada sobre el río Saldaña<br />

y el peligro era La Hamaca, especie <strong>de</strong> puente colgante, porque se <strong>de</strong>bía pasarla en la<br />

noche. “Sabíamos que se opondrían al paso, era claro. Entonces hice pasar a los guerrilleros<br />

que sabían nadar. Luego llame a gritos al responsable <strong>de</strong> la avanzada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la orilla<br />

opuesta. Los hombres pasaron el río a nado, a volapié ro<strong>de</strong>ando al grupo <strong>de</strong> avanzada. Les<br />

había dicho: uste<strong>de</strong>s le caen a la avanzada y cuando estén cerca, les hago una señal.<br />

Entonces yo llamo <strong>de</strong> este lado, si no aceptan el paso, entramos en acción. Contestaron <strong>de</strong><br />

la avanzada: “A estas horas <strong>de</strong> la noche, no hay paso. Es la or<strong>de</strong>n”. Les dijimos, dan paso o<br />

los atacamos. Contestaron: que ataque no, que cómo iba a ser...Los compañeros ya los<br />

tenían encañonados. No digamos para dispararles, pero listo por si no daban el cruce.<br />

Pasamos...”.<br />

Le cayeron al comando <strong>de</strong> El Infierno, en el cual estaban acantonados más <strong>de</strong> cien<br />

hombres. Querían sacar a Cleto, un dirigente político que había llegado a El Davis en la<br />

Columna <strong>de</strong> Marcha. “Un hombre muy estimado por nosotros. Tenemos que sacar al paisa,<br />

porque al paisa lo matan”. En el patio <strong>de</strong> formación, en un movimiento rápido tomaron<br />

posesión <strong>de</strong> tiradores, atrincherados por si algo sucedía. No hubo intento <strong>de</strong> nada raro.<br />

Localizaron a Cleto y le dijeron: “Mire, camarada Cleto, venimos a llevárnoslo, porque<br />

existe una situación imposible y usted no tiene escapatoria. Lo van a matar. Alístese”. El<br />

hombre contestó entristecido: “No puedo, lo siento mucho. Entiendo que la situación es<br />

<strong>de</strong>licada y corro peligro, pero no puedo marchar solo <strong>de</strong>jando a la mujer y a los hijos”. Le<br />

dijo Manuel: “Camarada, mañana usted estará muerto y los hijos estarán sin usted. Mejor<br />

camine, déjelos que <strong>de</strong>spués veremos qué hacer por ellos”. Respondió Cleto más triste: “No<br />

es posible. Imagínese que 30 años viviendo con la mujer y ahora <strong>de</strong>jarla abandonada. No<br />

soy hombre <strong>de</strong> esos sentimientos. No puedo hacerlo”. Le dijo Manuel: “No se ponga, Cleto,<br />

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