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Las Vidas de Tirofijo

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

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pero los campesinos reunidos en el corregimiento <strong>de</strong> El Limón, más <strong>de</strong> mil se reunieron el<br />

día <strong>de</strong> su entierro, respondieron en protesta airada contra los latifundistas. Esa presencia<br />

nos dio más ánimo, más energía. En los años 40 vino la parcelación <strong>de</strong> las tierras por<br />

medio <strong>de</strong> los jueces nombrados por el gobierno <strong>de</strong> López Pumarejo. Para el municipio <strong>de</strong><br />

Chaparral fue nombrado un tal doctor Guillermo Preciado, y como su secretario, un tal<br />

Juan Bernal. Los latifundistas quisieron ganarse al juez <strong>de</strong> tierras, que si no estoy<br />

equivocado fue el mejor juez <strong>de</strong> tierras que hubo en el país. Entró al campo, nosotros<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él, nosotros necesitábamos más <strong>de</strong> él en razón <strong>de</strong> la seguridad <strong>de</strong> nuestros<br />

terrenos. En tres meses alcanzó a firmar alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> mil quinientas escrituras que eran<br />

<strong>de</strong>sconocidas por los jueces <strong>de</strong> Chaparral, por la notaría <strong>de</strong>l mismo pueblo. Llegábamos<br />

con los campesinos a Chaparral a las oficinas <strong>de</strong>l señor notario al registro <strong>de</strong> los<br />

documentos, a la alcaldía y era negada su vali<strong>de</strong>z. Esas escrituras no valen nada. Eran las<br />

autorida<strong>de</strong>s orientadas por los latifundistas. Varias veces viajé a Bogotá cargado <strong>de</strong> más<br />

<strong>de</strong> quinientas escrituras para mostrarlas en el Ministerio <strong>de</strong> Gobierno. El Ministro era<br />

Darío Echandía y él nos dijo que esas escrituras eran legales, que estaban <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la ley,<br />

que con esas escrituras podíamos ven<strong>de</strong>r o comprar o pedir créditos. Pero regresábamos a<br />

Chaparral y eran papeles muertos en su valor para el notario, para el alcal<strong>de</strong>, para la<br />

policía. La lucha seguía en pie, siempre en la lucha. El juez <strong>de</strong> tierras fue acusado al alto<br />

gobierno, y retirado <strong>de</strong> su misión, se nos fue el hombre <strong>de</strong>jándonos más <strong>de</strong> mil quinientas<br />

escrituras...”.<br />

“Fue tanto el odio <strong>de</strong> los latifundistas para <strong>de</strong>rrotar el campesinado, que pusieron a la<br />

policía en su cacería, pusieron al ejército en su cacería. Solicitaron dineros al banco,<br />

dinero para sus abogados, dineros para comprar a quien tenía que comprar para evitar<br />

que esas tierras siguieran siendo <strong>de</strong> los campesinos. Pero se cumplieron los plazos<br />

bancarios y al no pagar a tiempo se vieron en la necesidad <strong>de</strong> parcelar esas tierras, abrir<br />

los negocios para ven<strong>de</strong>rlas. Claro que hubo un latifundista inteligente. Alejandro<br />

Londoño, dueño <strong>de</strong> la hacienda El Coronillo, con más <strong>de</strong> trescientas hectáreas <strong>de</strong><br />

montañas incultas y al contrario <strong>de</strong> ponerse a pleitear, <strong>de</strong> ponerse bravucón con los<br />

colonos, optó por la medida <strong>de</strong> conseguir a muchos colonos y los puso a tumbar montaña,<br />

cuestión que hizo en un mes y medio, con sesenta o setenta trabajadores tumbó montaña.<br />

Al terminar reía el hombre, mientras <strong>de</strong>cía: “Ahora, tengo títulos <strong>de</strong> propiedad. Ya cuento<br />

con mi hacienda...” y seguía riendo el hombre...Esa legalidad nos duró hasta el año 49,<br />

cuando volvimos al monte no ha <strong>de</strong>scubrir los buenos sentimientos <strong>de</strong> buena tierra en la<br />

montaña, sino a enmontarnos, a enguerrillarnos por la revancha que implantaron los<br />

señores <strong>de</strong>l latifundio, cobrando las invasiones <strong>de</strong> tierras que les hicimos a sus haciendas<br />

en el 36...”. -Dijo Isauro Yosa, quien sería un año <strong>de</strong>spués, el comandante militar <strong>de</strong> las<br />

guerrillas comunistas <strong>de</strong>l Sur <strong>de</strong>l Tolima.<br />

“El primer comando que nosotros creamos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la experiencia <strong>de</strong> la Auto<strong>de</strong>fensa,<br />

fue el <strong>de</strong> Chicalá, situado en el municipio <strong>de</strong> Chaparral, y el segundo fue el <strong>de</strong> Horizontes<br />

situado un poco más hacia el norocci<strong>de</strong>nte en el mismo municipio <strong>de</strong> Chaparral, distante<br />

unas tres o cuatro horas en el cañón <strong>de</strong> un río que se llama Ambeima, en su parte más alta;<br />

y el tercero es el comando <strong>de</strong> Irco en el cañón <strong>de</strong>l mismo nombre. Fueron los primeros<br />

comandos organizados a finales <strong>de</strong>l 49 y comienzos <strong>de</strong>l 50. La confrontación armada <strong>de</strong><br />

esos comandos era bastante dura y no tenían armas mo<strong>de</strong>rnas sino escopetas <strong>de</strong> fisto y las<br />

armitas que los campesinos podían conseguir como armas cortas, armas muy<br />

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