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Las Vidas de Tirofijo

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

Manuel Marulanda Velez, o Pedro Antonio Marin, de su nombre de Bautizo, fue uno de los Hombre perseguido de la historia moderna de Colombia, innumerables veces hemos escuchado la noticia de su muerte, mientras tomábamos juntos a él el primer café de la mañana....

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satisfacción que no estaban en la zona. <strong>Las</strong> palmas <strong>de</strong> manos y la alegría alzaron vuelo. Un<br />

sollozo pleno <strong>de</strong> abrazos múltiples. Ahora la ilusión se había posado sobre la plaza <strong>de</strong>l<br />

pueblo, la gritería crecía.<br />

En la tar<strong>de</strong>, los techos se inundaron nuevamente por la bandada blanca y dispersa <strong>de</strong><br />

papeles, leves chasquidos al viento y en las calles la curiosidad <strong>de</strong> hombres adormecida ya,<br />

plena <strong>de</strong> confianza en el vuelo <strong>de</strong> la avioneta. Se dijo en tono oficial por los altoparlantes,<br />

que se había llegado a un acuerdo con la dirección liberal <strong>de</strong> Cali, en el sentido <strong>de</strong> que no<br />

habría ninguna agresión militar contra Ceilán. Se anunció que la fuerza civil armada<br />

<strong>de</strong>saparecería <strong>de</strong> inmediato <strong>de</strong> la zona, que incluso el ministro <strong>de</strong> Gobierno, intervendría<br />

directamente en el conflicto. Ahora la alegría fue total en sollozos, gritos y risas. La<br />

mansedumbre volvió por sus fueros, a causa <strong>de</strong> una ilusión que parecía fundamentada.<br />

“La noticia cayó muy bien entre la gente. La hoja <strong>de</strong>cía que la población podía comprobar<br />

si quería, el retiro <strong>de</strong> las bandas <strong>de</strong> la zona, lo cual ocurriría en las próximas veinticuatro<br />

horas...”. Al cumplirse el plazo se mandó una exploración y no encontró rastros <strong>de</strong><br />

hombres. Incluso, algunos hombres <strong>de</strong> la exploración con temor y justificadas<br />

prevenciones, en guardia con sus escopetas se metieron en los lugares don<strong>de</strong> habían estado<br />

ellos, anduvieron cabreados por los huecos utilizados como trincheras, pisaron con cuidado<br />

los escombros <strong>de</strong>jados en los campamentos, vieron con preocupación lo que hace un<br />

ejército en campaña y en guerra: campamentos, servicio sanitarios, todo muy bien<br />

organizado logísticamente. Esto significaba la presencia real <strong>de</strong> una fuerza oficial que se<br />

disponía a tomar a Ceilán como un objetivo militar. Satisfechos por el resultado <strong>de</strong> su<br />

misión, al regresar al pueblo dijeron que lo mejor sería per<strong>de</strong>rle el miedo al miedo, porque<br />

aquellos hombres, ya estarían lejos seguramente, rumbo a otras latitu<strong>de</strong>s. La tensión bajó un<br />

poco <strong>de</strong> calor, aunque la <strong>de</strong>sconfianza se columbraba aún en los ojos cerrados.<br />

En el pueblo se dormía apaciblemente, a pierna suelta. La visión <strong>de</strong>l vuelo <strong>de</strong> la avioneta,<br />

zumbido que adormila como una inyección, tenía perfiles claros en los sueños <strong>de</strong> la<br />

población. Nadie tenía la inquietud -imposible la duda-, que <strong>de</strong> pronto sucediera algo<br />

inesperado. Se pensaba a gran<strong>de</strong>s voces en los corrillos diarios en la plaza, que la vida<br />

estaba asegurada y la constancia escrita en letras <strong>de</strong> mol<strong>de</strong> en las hojas volantes. Nadie por<br />

voluntad quería pagar el servicio <strong>de</strong> vigilancia en la noche. Todos, absolutamente todos<br />

ambicionaban tirarse a la cama, dormir sin temores, soñar los sueños <strong>de</strong>seados; se abrieron<br />

las puertas <strong>de</strong> par en par y los vientos volvieron a ser los mismos <strong>de</strong> siempre. En los<br />

bolsillos, en los baúles, en los cajones <strong>de</strong> las mesas se guardaban dobladas o arrugadas las<br />

hojas volantes como papeles sagrados. “En la cabeza se aposentó la telaraña <strong>de</strong> la<br />

confianza; hilos, señor que amarran los pies y le impi<strong>de</strong> reaccionar a cualquiera cuando la<br />

vida está en peligro...”Tres días, <strong>de</strong> los antiguos y normales días había durado la calma.<br />

Tiempo para regresar a las costumbres obligadas, la cotidiana imagen <strong>de</strong> la aceptación <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>sidia para morir o resignarse a una agonía lentamente tallada.<br />

“Entraron por tres partes, por la calle central”, empinada, estrecha, un lodazal durante las<br />

lluvias por las hondas pisadas <strong>de</strong> la mulada, “entraron por la margen <strong>de</strong> una quebrada, que<br />

abastecía <strong>de</strong> agua a Ceilán”, <strong>de</strong> pocas aguas en los veranos, difícil <strong>de</strong> pasar en los duros<br />

inviernos “y entraron por otro lado, no recuerdo el nombre, pero en dirección <strong>de</strong> la vía que<br />

viene <strong>de</strong> Tulúa, como atravesando una calle” empedrada “y subiendo a trote por las tres<br />

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