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a una carta firmada por el máximo jerarca de la Compañía GeneralMarítima, donde se le hacía constar un muy especial reconocimiento por losservicios prestados a la causa de la justicia.Acto seguido, Felipe Cabañez le hizo entrega a Antonio de un gran sobrecon el logotipo de la Real Compañía Marítima, conteniendo toda ladocumentación vinculada a la noble resolución.Antonio recibió con gran alegría aquel acontecimiento donde se confundíala dicha de la reparación moral que para él mucho significaba, junto alnatural regocijo por el importante valor que la compensación económicarepresentaba.Abrazando a Felipe le dijo:-Vaya regalo que tu amistad me tenía reservada. Quiero que sepas quenunca voy a poder devolverte esto que has hecho por mí, y por lo tanto meconsidero en eterna deuda contigo.-Vamos hombre, tú en similares circunstancias hubieras hecho lo mismo pormí, respondió Felipe.-Tú sabes que sí, pero me hubiera costado mucho, replicó Antonio al tiempoque le decía en tono de chanza: “Mientras tanto lo único que puedo hacerpor ti es demostrarte, para que cuides tus generalizaciones respecto de losespañoles, que a pesar de todos los embrollos en que a vecescolectivamente nos metemos, debes mantener siempre la esperanza de loque un sólo español, sólo uno, puede llegar a hacer en base a sacrificio yperseverancia.Sobre todo si es hijo del Reino de Galicia”.101