Untitled - Datasec

Aquella noche Antonio no pudo dormir bien. En una oportunidad sedespertó inquieto y sudoroso gritando:-¡No puedo ser indiferente a esto, yo siempre admiré en Dante y suDivina Comedia, la especial repulsa que sentía hacia la indiferencia!!!En otra oportunidad apretó febrilmente los puños, mientras secuestionaba y se respondía a sí mismo.-¿Vas a consentirlo?-¡No, no puedes consentirlo, no puedes consentirlo!!Sostuvo, mientras recordaba la energía con la que el padre Pablo loregañaba por la falta de carácter con la que había tolerado una vez en elSeminario el engaño y la mentira de otra persona.A la mañana siguiente Antonio se despertó cansado, pero con el firmepropósito de hacer una consulta cautelosa sobre la situación que habíadescubierto a Don Sebastián, el contador catalán que había sido suProfesor de Cálculo y Contabilidad en el instituto donde había asistido enLa Coruña.Se retiró más temprano de las oficinas de la compañía para esperar conansiedad que se hiciesen las cuatro de la tarde. Era la hora en queSebastián finalizaba el dictado de su clase en el instituto. Sebastiánamaba la docencia y era usual que al finalizar sus clases dedicase algúntiempo para atender consultas de alumnos y ex alumnos.Luego de una paciente espera, Antonio pudo hablar con él, que conocíael interés especial que su ex alumno tenía por su materia.Antonio le dijo que al trabajar en una compañía marítima, le interesabaprofundizar en el caso del fraude de la South Seas Company, querecordaba se había mencionado una vez brevemente en clase.Sebastián recordaba perfectamente el caso y en diez minutos se loexplicó a Antonio sin omitir detalles, para luego despedirse y partir algopensativo.64