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4. Santiago: una nueva encrucijada de caminosAl otro día recorrieron con expectación y recogimiento la distancia quelos separaba de la catedral, no sin antes distraerse un poco con la alegremúsica de un inesperado gaitero que de pronto les cortó el paso.Finalmente ingresaron a la inmensa catedral y mientras esperaban elcomienzo de la misa, observaron la magnificencia del templo y lavoluminosa presencia del botafumeiro, que significa “esparcidor dehumo” en gallego y se trataba de un enorme incensario que colgabadesde la altura de la catedral.Antonio se hincó y luego de rezar sus oraciones acostumbradas leagradeció a Dios que le hubiese permitido encontrar, a lo largo delcamino que había emprendido para llegar hasta allí, el propio caminoque quería seguir en la vida. Isabel lo había ayudado a alivianar lapesada carga de una incertidumbre que ya no tenía.Luego buscó un confesor y le dijo que esperaba que Dios loacompañase y lo ayudase a vivir una vida de buen cristiano ordinarioaún cuando tomase la decisión de no seguir la carrera sacerdotal.Durante la misa Antonio se ubicó en las cercanías de Isabel, Sofía yManuel. En determinado momento no pudo evitar percatarse del rostrode Isabel enrojecido por el llanto y algo desfigurado por una continuamueca de dolor.Al salir de la misa los cuatro caminaron juntos por las calles de Santiagoen busca de una posada donde comer por fin algún plato típico deSantiago, antes de aventurar decisiones que quizás los separarían parasiempre.Les recomendaron una relativamente próxima a la plaza del Obradoiro yhacia allí fueron.Luego de compartir una comida caliente y apetitosa, como hacía tiempono disfrutaban, los cuatro bebieron un buen vino y agradecieron a Diospor haber podido vivir juntos aquella experiencia inolvidable.43