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canción del argentino Alberto Cortez que se llama “El Abuelo”, por favor,acuérdense de Antonio.- Nunca la escuchamos, presumo me contestan mis nietos, cántanos por favoralgo de su letra que te acuerdes.Está bien, les digo mientras desentonadamente balbuceo:“El abuelo un día allá en su Galicia miró el horizonte y pensó que otra senda talvez existía. Y al viento del norte que era un viejo amigo le habló de su prisa,…Y el abuelo un día en un viejo barco se marchó de España… La imagenquerida de su vieja aldea y de sus montañas se llevó grabada muy dentro delalma, cuando el viejo barco lo alejó de España…El abuelo un día cuando eramuy viejo, allende Galicia. Me tomó la mano y yo me di cuenta que ya semoría. Y entonces me dijo con muy pocas fuerzas y con menos prisa:prométeme hijo que a la vieja aldea irás algún día, y al viento del norte dirásque su amigo a una nueva tierra le entregó la vida...Y al tiempo al abuelo lo vien las aldeas, lo vi en la montaña, en cada mañana y en cada leyenda, portodas las sendas que anduve de España”.Luego de esto me quedé en silencio sumido en mis reflexiones, pensando en elabuelo, en todos los emigrantes, en todos los Antonios.Ellos no nos hablaron nunca de su cansancio, de sus lágrimas, de su soledad,de su sacrificio. Pienso que la palabra sacrificio para los que no han tenido quevivir la dura experiencia de migrar tiene muy mala prensa, pues muchosjóvenes están acostumbrados a la comodidad, a la satisfacción del hoy, pero apesar de que me tilden de retrógrado debo decirles que hay veces que elsacrificio y la postergación es lo habitual y no solo no denigra a nadie, sino quea veces hace bien al alma. Me inclino respetuoso ante muchos de esos abuelosque se fueron de este mundo con la satisfacción del deber cumplido.Acto seguido retorné a los detalles finales de mi historia:El tiempo pasó y Marijó responsable de una familia grande apechugó lomejor que pudo su irreparable pérdida consciente de que Antonio lahabía preparado para enfrentar su ausencia.194