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Sisargas a una legua por babor. Más adelante, a la altura de estas islasel buque cae a babor unos veinticinco grados con el objetivo de recalaren el Cabo Villano.Horas después y al tiempo de rebasar Villano, cae unos grados más ababor en procura del Cabo Toriñana.En las proximidades del Cabo Finisterre, mientras la fragata recalamanteniendo una distancia prudente de la costa, porque el viento y lacorriente impulsan los buques hacia tierra, Antonio no pudo evitarrecordar las horas inolvidables que había pasado por aquellos lugaresjunto a Isabel. Al mismo tiempo pensó que aquel mágico punto del nonplus ultra para los romanos, que España y Colón habían convertido ensólo una referencia de la antigüedad, allí quedaría, rodeado de algo másque tristes historias de naufragios. Su destino ahora estaba en muysureñas tierras de la América del Sur, en Montevideo, que le habíandicho antes de zarpar, estaba a una distancia de 1.827 leguas marinas,equivalente a 5.481 millas náuticas, ya que una legua es igual a tresmillas.A partir de allí la Infanta pone rumbo Sur-Oeste, y su proa cae a estriboralejándose del continente e internándose en el Océano Atlántico nortecon el objetivo de pasar a una distancia de entre 15 y 20 leguas al Oestede las islas Madeira.Horas más tarde, en la cámara de oficiales, Antonio tuvo que ayudar aservir la cena a la plana mayor del buque que estaba acompañada porlos pasajeros, el médico y el capellán. Se navegaba con viento favorabley el estado del mar era bastante tranquilo para lo que es habitual en elAtlántico.Todo ello permitió alargar la velada y se intercambió información que lepermitió a Antonio retener detalles que desconocía.Por ejemplo, uno de los comerciantes preguntó al comandante respectode la duración del viaje y las características de la navegación a lo que elcomandante respondió:74