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distintos turnos de observación, cubriendo las 24 horas de cada día, debiendopermanecer allí oteando la bahía, provistos de un catalejo o anteojos de largavista y eran responsables de reportar la llegada o partida de buques, y lapresencia de tormentas o cualquier incidente útil para la Real CompañíaMarítima como podría ser el avistamiento de ballenas.Esta plaza el 29 de octubre de 1806 vio agolparse a todo el pueblo deMaldonado para seguir con dramatismo los detalles que transmitía el vigía,respecto del desembarco de las tropas inglesas.Antonio, como ya lo dijimos, permaneció en Maldonado atendiendo junto aotros ciudadanos, la inminente confrontación armada que Maldonado debiósoportar con hidalguía, pero también con el íntimo convencimiento de que noestaba preparada para repeler una fuerza enemiga tan poderosa como la quepresentaron los invasores ingleses. Este lugar ha sido siempre un lugarpredilecto para el paseo y la recordación de las familias fernandinas.Yo puedo imaginar por el lado de mi familia los paseos en torno de esta plazade los de la Fuente, los Ortiz, los Edye, los Odizzio, y los Viera, por nombrarsólo algunos de los que me vienen a la memoria.La abuela paterna de ustedes, siempre me recuerda los paseos y juegos de losAbdala, su padre y sus tíos, que pasaron su niñez y parte de su juventud enMaldonado hasta que su abuelo cerró la tienda que tenía en Sarandí y VenturaAlegre, y toda la familia se fue para Montevideo.Fue una familia que vivió su vida con intensidad y compromiso, comenzandopor el patriarca, Don Miguel Abdala, que luego de vivir y trabajar por variosaños en los Estados Unidos de América, y mamar allí todo el empuje y lamentalidad de avanzada de aquel país a fines del siglo XIX, un día decidióvolver al Líbano, su tierra natal.Allí encontró en poco tiempo a Sara Jorge, quien sería el amor de su vida, yluego de casarse, juntos partieron al Río de la Plata en busca de un lugardonde establecerse.Luego de pasar por Buenos Aires, llegaron a Maldonado y allí se quedaron,pues a Sara le atraía aquel lugar que le traía reminiscencias de su pueblo, KalHat, en el Líbano, próximo a Trípoli, también muy cercano del mar. Aquellos142