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Alberto fue además: Diputado, Senador, Ministro, Consejero Nacional deGobierno, Presidente del Senado y la Asamblea General, y Vice-Presidente dela República.Para mí fue mucho más que todas esas cosas transitorias, porque fue mipadrino de confirmación así que sabrán entender que pierdo objetividad cuandohablo de él. Fue un hombre honrado, fue un hombre bueno, del que muchoaprendí por su humanidad, por su talento y por ser un hombre de fe. Recuerdoque una vez le pregunté a qué ciudadano respetaba más con la idea de que meidentificara concretamente a alguien en particular que él tuviese comoreferente. Me respondió de una manera que nunca olvido. Me dijo que“interiormente, más allá del contexto de cada situación particular, el ciudadanoque más respetaba era aquel ciudadano común que se hacía tiempo para ir adecirle en qué cosas no estaba de acuerdo con él, que cosas había quecorregir, o en qué cosas se había equivocado. Es a ese ciudadano, con peso ypresencia soberana, que en la medida que se multiplique va a permitir quetengamos un gran país, al que respeto. A veces los ciudadanos estánpropensos a sobredimensionar las capacidades de sus prohombres y cuando lohacen, no los ayudan, los dejan solos.Como los hombres y mujeres públicos no son dioses, debe estar en el corazónde todo buen ciudadano de una república, el pugnar porque haya canalespermanentes de comunicación con los gobernantes y las instituciones degobierno”.La otra hija mujer se llamaba Sara como la madre, le decían Sarita, y si bientenía la profesión de Química Farmacéutica, su principal actuación laboral fuecomo profesora de Historia Natural en Secundaria, donde realizó una dilatada yfecunda labor. Recuerdo que tenía la calidez y el don de buena anfitriona de lamujer libanesa. A veces cuando la visitaba en su casa de Punta del Este en laParada 6, al despedirme tomaba una hoja de un árbol del alcanfor de su jardín,la partía y me la daba a oler.145