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Posteriormente Antonio recibió una hamaca o coy en la que dormiríaluego de colgarla adecuadamente en el sollado o gran cámara dormitoriodel personal de marinería y servicios de la fragata.Al otro día se levaron las anclas, se echaron las velas y con viento suavedel Suroeste la fragata-correo La Infanta comenzó a desplazarse haciala salida de la ría.Una vez afuera se maniobró con dificultad hacia la entrada del puerto deLa Coruña y una vez adentro se fondeó a la espera de la carga.Antonio observó con emoción la imagen familiar de la torre de Hércules,el legendario faro romano del siglo II, sin reparar en que esa imagenposteriormente quedaría también en la retina de muchos emigrantesgallegos que partirían hasta mucho tiempo después. Mientras la mirabase preguntaba si debía de despedirse de ella, y de toda su infancia quequedaba atrás.Al embarcarse al atardecer los cajones del correo, se hizo un disparo decañón y se izó el gallardete de buque correo, según lo disponía laordenanza de los correos marítimos a las Indias para los buques queentraban en servicio.Aquella fragata de cuarenta metros de eslora por diez de manga estabapensada para cumplir cuatro tipos de misiones. Primero la vinculada conel fin primordial:transporte seguro de correspondencia tanto oficial como privada, luegotambién el transporte de mercancías tales como mantelería y distintostipos de géneros. Tercero, el transporte de pasajeros, que en este viajeeran tres comerciantes, un funcionario y su esposa y un sacerdotefranciscano. Cuarto, los servicios bélicos, pues a pesar de que parapreservar los cometidos principales del buque, la consigna era rehuir elcombate y aprovechar la velocidad y maniobrabilidad de esta ligerafragata para alejarse rápidamente de los navíos enemigos, en aquellostiempos los riesgos de la guerra estaban siempre presentes.A la mañana siguiente estaba todo listo para navegar hacia Montevideo,y la nave partió con rumbo Nor-Noroeste dispuesta a dejar las islas de73