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- ¿Cree usted en Dios nuestro Señor, y en la causa de España?- Sí creo, respondió Antonio.En el momento de la formal despedida, Antonio creyó ver un brillo deaprobación en la mirada dura y sagaz del Director.Dos semanas más tarde, Antonio fue comunicado de la aceptación de supetición de ingreso a la Real Compañía Marítima en calidad dedependiente.Días después, luego de su primer día de trabajo, Antonio regresóradiante a la fonda y buscó inmediatamente a Lorenzo para hacerlesentir todo su agradecimiento.Como alguien le dijo al pasar que Lorenzo había tenido que marcharse,y no lograba encontrar al dueño de la fonda, no dudó en buscar a sumujer, una vieja agricultoraorensana que al unirse a su esposo, habíase transformado en fondera.Al encontrarla y decirle que tenía necesidad de hablar con Lorenzo, ellaafirmó: - Don Lorenzo ha debido regresar con urgencia a Llanes por lamuerte de un familiar cercano.Por lo que me ha dicho no lo veo regresar muy pronto puesaparentemente deberá hacerse cargo de algunos intereses familiares.Habiendo comprendido la situación, y ante el gesto de desconsuelo deAntonio, la mujer le dijo:- No te preocupes hijo, ya podrás agradecer el favor, que bien que DonLorenzo lo merece. Por mi parte sólo puedo decirte luego de haberloconocido durante más de tres años, que ese hombre bueno y soltero,que seguramente va a hacerse cargo del futuro de varios sobrinos tras lainesperada muerte de un hermano, es de esa clase de personaselegidas, que en su paso por la vida, suelen dejar la siembra generosade lo que se da, sin esperar ninguna clase de retribución.59