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Las horas pasaron y Antonio se sentía cada día peor con vómitos ydiarrea hemorrágica. Al mismo tiempo como frecuentemente ocurría enesas aguas próximas al golfo de Santa Catalina, el día 18 de febrero de1795 al atardecer sobrevino un fuerte temporal que obligó a La Infanta ahacer gala de sus virtudes marineras. La situación fue muy desagradablepara todos, y ni que hablar de Antonio que se sentía muy mal.Afortunadamente el temporal comenzó a amainar al amanecer,manteniendo una muy dura marejada que siguió haciendo incómoda lanavegación. De cualquier manera, la gente estaba ya un poco mástranquila en comparación con la parte más cruda del temporal, en queatemorizados, pasajeros y algunos tripulantes, no dejaron deaproximarse al capellán y a un oratorio presidido por la Virgen delRosario, cuya imagen, compuesta por la virgen con el niño en brazos yambos con un rosario, estaba presente en La Infanta por ser la patronade todos los buques correo.Durante el temporal aumentó la preocupación del médico por la salud deAntonio ante el riesgo de que pudiese contagiar a otros tripulantes, por loque dispuso aislarlo y recomendó al comandante desembarcarlo en elprimer puerto al que se tuviese acceso.En la madrugada del 24 de febrero se estimaba estar en lasinmediaciones del Río de la Plata y el comandante dispuso poner elrumbo adecuado para aproximarse y fondear en la bahía de Maldonado.Eran las tres de la tarde y la fragata estaba ya bien situada con la Isla deLobos a la vista.84