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Fue funcionario del Banco de la República desde joven y luego de unaexcelente carrera decidió jubilarse muy joven para dar pie a susinquietudes emprendedoras. Primero puso un despacho deasesoramiento en inversiones y finanzas ubicado en el Palacio Salvo.Posteriormente, y después de obtener muy buenos resultados en esaactividad, optó por volver a Maldonado para invertir en negociosinmobiliarios varios. Invirtió por ejemplo en algunas zonas de PuntaBallena, adquirió la mayor parte de las tierras en una ubicaciónprivilegiada de la Playa Brava entre las Paradas 23 y 32aproximadamente, frente al océano y próximas a la barra del arroyoMaldonado, que bautizó como “Rincón del Indio”, y parceló para la venta,importantes áreas de la Playa Mansa en las inmediaciones de la parada11.Al promediar la década de los cuarenta llevó adelante una inversión quesu familia no olvida.Se trató de una importante propiedad con el casco de la finca emplazadoen lo alto del cerro Doña Petrona que adquirió a la sucesión deMaximiliano Seijo, y que tenía además una importante cantidad dehectáreas, a un lado y otro de la carretera tradicional entre Maldonado ySan Carlos, actualmente ruta 39, con casi un kilómetro de costa sobre elarroyo Maldonado.A continuación se abocó a hacer una importante reforma de la casona ypara eso le pidió ayuda a su amigo el gran arquitecto Don Julio Vilamajó.Entre asado y asado fueron pergeñando con Vilamajó los detalles de lareforma.En uno de esos asados es muy gráfico el recuerdo de su hija mayor,Renee de la Fuente de Olascuaga, al comentar una súbita salida deVilamajó: “Eureka Rafael, ya sé donde va a ir la escalera”.Desde la amplia terraza de la residencia de El Peñasco, así es elnombre de la propiedad, se podía ver hacia abajo en primera línea unsector de árboles frutales: limoneros, limeros, naranjos, árboles detangerina, guayabos, durazneros, manzanos y más adelante viñedos.178