E - Programa Seguimiento Prematuro
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Dr. Otto Dörr Zegers<br />
basa la naturaleza toda, desde la formación de las partículas elementales con sus<br />
correspondientes antipartículas (J. Guitton et al., 1991): el principio dialéctico. Pero<br />
este no es un invento de la física cuántica. Ya Heráclito (9) sostenía que la polaridad<br />
dialéctica es el principio que estructura y dirige todo lo que existe. Algunos de sus<br />
fragmentos más conocidos nos ayudan a iluminar el pensamiento dialéctico de la<br />
antigüedad griega:<br />
"Lo que se opone se une; de las cosas diferentes<br />
nace la más bella armonía" (Nº 8).<br />
"Lo que está en nosotros es siempre uno y lo mismo:<br />
vida y muerte, vigilia y sueño, juventud y vejez;<br />
ya que por el cambio esto es aquello y,<br />
de nuevo por el cambio, aquello es esto" (Nº 88).<br />
"Lo frío se calienta, lo caliente se enfría,<br />
lo húmedo se seca, lo seco se humedece" (Nº 126).<br />
En Hegel (5) el concepto de dialéctica alcanza su mayor universalidad. En él es<br />
mucho más que un método que busca purificar el pensamiento de contradicciones<br />
- como en los eleatas - y también más que un camino para ascender de lo particular<br />
a lo general, como en Platón. Para Hegel la dialéctica es en cierto modo idéntica al<br />
rasgo más universal de toda la realidad, cual es su "inquietud" o energeia, en el<br />
sentido de Aristóteles. Esta está presente en la vida diaria en forma de movimiento,<br />
pero es también el motor de la historia y de todo lo que existe en el tiempo.<br />
Ahora bien, el hombre y la mujer serían la expresión concreta de una de las<br />
polaridades más propias de la vida, la polaridad de los sexos, y que en el mundo<br />
humano se podría expresar mejor como la polaridad de lo masculino y de lo<br />
femenino. Como toda polaridad, sus elementos tienen características contrarias,<br />
pero se atraen y se necesitan. Así como la luz no podría existir sin la obscuridad y<br />
lo bueno sin lo malo, así también el principio femenino no podría existir sin su<br />
contraparte, el masculino, y viceversa. Como una contribución al develamiento de<br />
uno de los polos de esta polaridad, el femenino, intentaremos realizar un análisis<br />
fenomenológico de la mujer, describiendo categorías que ya son clásicas dentro de<br />
esta orientación, como es el caso de la corporalidad, la espacialidad, la temporalidad<br />
y la interpersonalidad. Conocemos sólo un intento en esta línea, el del psicólogo y<br />
fenomenólogo holandés F.J.J. Buytendijk, quien en su libro La Mujer (1966), y luego<br />
de una larga introducción dedicada a la "cuestión femenina", hace una acabada<br />
descripción de la naturaleza y la forma de existencia de ella. Aunque no se refiere<br />
expresamente a los puntos específicos que vamos a tratar, su intento es mucho más<br />
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