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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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—Podremos <strong>de</strong>cir que nos ha ocurrido la mayor <strong>de</strong>sgracia, por cuanto<br />

queréis permanecer en este país al lado <strong>de</strong> nuestros enemigos. Nunca fueron a<br />

una corte caballeros tan <strong>de</strong>sdichados.<br />

—Partid sin cuidado, confiados en el favor <strong>de</strong> Dios: se os dará una numerosa<br />

escolta hasta que lleguéis a vuestro país: a mi querido hijo lo recomiendo al<br />

cuidado <strong>de</strong> vosotros, buenos guerreros.<br />

Cuando vieron que estaba <strong>de</strong>cidida a no marchar, lloraron todos <strong>los</strong> hombres<br />

<strong>de</strong> Sigfrido. Con grandísima pena se separó Sigemundo <strong>de</strong> Crimilda;<br />

experimentaba una fuerte aflicción.<br />

—¡Maldita sea esta fiesta! —exclamó el respetable rey—. A ningún rey ni a<br />

<strong>los</strong> suy os se les ofrecerán más tales diversiones: nunca jamás volveremos a<br />

Borgoña.<br />

Así dijeron claramente <strong>los</strong> guerreros <strong>de</strong> Sigfrido:<br />

—Tal vez nosotros volvamos nuevamente aquí, si po<strong>de</strong>mos saber quién<br />

asesinó a nuestro señor. Tendrá entre sus parientes muchos enemigos mortales.<br />

<strong>El</strong> rey Sigemundo abrazó a Crimilda, diciéndole entre lágrimas, que por<br />

cuanto quería quedarse que bien estaba: el<strong>los</strong> volverán a su país sin alegría<br />

ninguna, comprendiendo todo su dolor.

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