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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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Ni uno ni otro bando se daban tregua: muchos que caían sin heridas hubieran<br />

podido librarse, pero era tal el tropel, que <strong>los</strong> que no eran alcanzados se ahogaban<br />

en la sangre.<br />

—¡Ah!, ¡mi hermano ha muerto aquí!, por todas partes nos cerca la<br />

<strong>de</strong>sgracia. Siempre lamentaré la pérdida <strong>de</strong>l buen Rudiguero: ambas bandas<br />

pier<strong>de</strong>n, nuestra aflicción es gran<strong>de</strong>.<br />

Cuando el joven Geiselher vio muerto a su hermano, puso en grave apuro a<br />

todos <strong>los</strong> que habían entrado en la sala. La muerte recogía pronta a <strong>los</strong> <strong>de</strong> su<br />

acompañamiento: <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong> Bechlaren no escapó ni uno sólo.<br />

Gunter y Hagen y también Geiselher, Dankwart y Volker, <strong>los</strong> buenos héroes,<br />

acudieron al sitio en que <strong>los</strong> dos estaban tendidos, y <strong>los</strong> guerreros lloraron la<br />

terrible <strong>de</strong>sgracia.<br />

—La muerte es terrible con nosotros —dijo el joven Geiselher—. Dejémonos<br />

<strong>de</strong> lágrimas y pongámonos al aire para que se refresquen nuestras armaduras:<br />

temo que el Dios <strong>de</strong>l cielo no nos <strong>de</strong>je vivir mucho tiempo.<br />

Sentáronse muchos <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres que allí se veían; estaban muy cansados.<br />

Los que acompañaron a Rudiguero yacían muertos; el ruido había cesado, y<br />

tanto duró el silencio que Etzel se irritó.<br />

—¡Oh!, ¡<strong>de</strong>sgraciada <strong>de</strong> mí! —exclamó la reina—. No nos ha cumplido lo<br />

que dijo, y la mano <strong>de</strong> Rudiguero no ha bastado para <strong>de</strong>strozar a nuestros<br />

enemigos; <strong>los</strong> <strong>de</strong>jará que puedan volver a Borgoña.<br />

» ¿De qué nos sirve rey Etzel que le hayamos dado todo cuanto ha querido? Él<br />

no ha obrado bien. Él que <strong>de</strong>bía vengarnos, quiere hacer la paz.<br />

A estas palabras respondió Volker el audaz guerrero:<br />

—No ha sucedido como dices, noble esposa <strong>de</strong>l rey. Si me atreviera a <strong>de</strong>cir<br />

que es mentirosa tan elevada señora, diría que a propósito <strong>de</strong> Rudiguero habéis<br />

dicho diabólicas mentiras. Él y sus guerreros han muerto sin proponer en ningún<br />

momento la paz.<br />

» Tan fielmente ha cumplido las ór<strong>de</strong>nes que rey le ha dado, que él y su<br />

acompañamiento han muerto. Mira a tu alre<strong>de</strong>dor, señora Crimilda, para ver a<br />

quien das tus ór<strong>de</strong>nes: hasta su fin os ha servido el valiente Rudiguero.<br />

» Por si no queréis creerme vais a verlo.<br />

Entonces para causarle may or pena, trajeron al héroe con la cabeza hendida,<br />

al sitio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> pudiera verlo el rey. Los hombres <strong>de</strong> Etzel no habían<br />

experimentado nunca una pena may or.<br />

Cuando vieron al margrave muerto, ningún escritor podrá <strong>de</strong>cir ni contar<br />

como lloraron hombres y mujeres. Todos sentían el corazón <strong>de</strong>strozado.

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