21.07.2019 Views

El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

con todas las mujeres que le acompañaban. Allí estaban muy atareados muchos<br />

nobles hombres que ponían gran cuidado en servir a las mujeres.<br />

Cuando Crimilda vio venir a la margrave con su acompañamiento, dijo que<br />

no se siguiera a<strong>de</strong>lante; <strong>de</strong>tuvo su caballo con la brida y suplicó que le ay udaran<br />

a bajar <strong>de</strong> la silla.<br />

<strong>El</strong> obispo llevaba a su sobrina hacia Gotelinda, <strong>de</strong> acuerdo con Eckewart, en<br />

el momento en que todos se separaban. Allí la extranjera besó en la boca a la<br />

margrave. Así dijo con tierno acento la noble margrave:<br />

—Gran satisfacción es para mí, querida señora, el que mis ojos os hay an<br />

podido ver en este país: en ningún tiempo me hubiera podido ocurrir nada más<br />

agradable.<br />

—Dios os lo pague, muy noble Gotelinda —respondió Crimilda—. Si y o<br />

conservo la salud con el hijo <strong>de</strong> Botelungo será un bien para vos haberme visto<br />

aquí.<br />

Las dos ignoraban lo que tenía que suce<strong>de</strong>r. Con mucha cortesía se saludaron<br />

las <strong>de</strong>más jóvenes; allí estaban <strong>los</strong> guerreros para servirlas. Después <strong>de</strong> saludarse<br />

se sentaron sobre la hierba y supieron muchas cosas que ignoraban por completo.<br />

Escanciaron la bebida a las mujeres. Sería próximamente medio día, el noble<br />

acompañamiento no reposó mucho tiempo en aquel sitio; se encaminó hacia las<br />

tiendas en que tenían preparado cuanto podían <strong>de</strong>sear.<br />

Descansaron toda la noche; <strong>los</strong> <strong>de</strong> Bechlaren lo prepararon todo para recibir a<br />

tan distinguidos hombres; Rudiguero les ofreció todo lo que podían <strong>de</strong>sear.<br />

La hija <strong>de</strong>l margrave con su acompañamiento salió a recibir a la reina<br />

cariñosamente; allí estaba su madre, la esposa <strong>de</strong> Rudiguero y muchas jóvenes<br />

que la saludaron con afecto.<br />

Cogiéronse <strong>de</strong> la mano y se dirigieron a una espaciosa sala muy bien<br />

adornada bajo la que corría el Donau. Sentáronse junto a las ventanas y se<br />

distrajeron gran<strong>de</strong>mente.<br />

No os puedo <strong>de</strong>cir todo lo que sé. Se marcharon con pena y se escuchó cómo<br />

se quejaban <strong>los</strong> guerreros <strong>de</strong> Crimilda, pues era verda<strong>de</strong>ro su pesar. ¡Cuántos<br />

buenos guerreros <strong>de</strong> Bechlaren marcharon en su compañía!<br />

<strong>El</strong> margrave les ofreció cariñosamente sus servicios. La joven reina dio a la<br />

hija <strong>de</strong> Gotelinda doce brazaletes <strong>de</strong> oro rojo y algunos buenos vestidos como no<br />

<strong>los</strong> llevaba mejores en el país <strong>de</strong>l rey Etzel.<br />

Aunque le había sido robado el oro <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Nibelungos</strong> ella se conquistaba la<br />

afección <strong>de</strong> todos, con <strong>los</strong> pocos bienes que le habían quedado. Al<br />

acompañamiento <strong>de</strong>l jefe les hizo gran<strong>de</strong>s rega<strong>los</strong>.<br />

Por su parte la señora Gotelinda trató a <strong>los</strong> extranjeros <strong>de</strong>l Rhin con sumo<br />

honor, haciendo gran<strong>de</strong>s y pequeños rega<strong>los</strong>, <strong>de</strong> modo que no había quien<br />

pudiera <strong>de</strong>cir que no había recibido piedras preciosas o magníficos vestidos.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!