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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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adornados, <strong>los</strong> brillantes y bien templados y elmos. Ya sabemos cuál es el ánimo<br />

<strong>de</strong> Crimilda.<br />

» Tal vez tengamos que combatir, quiero que lo sepáis. En vez <strong>de</strong> túnicas <strong>de</strong><br />

seda, vestíos buenos tabardos; y en vez <strong>de</strong> ricas capas, llevad vuestros acerados<br />

escudos: si alguno os ataca, que podáis <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>ros.<br />

» Mis queridos señores y amigos, id a la iglesia y rogad a Dios con todo<br />

corazón por vuestros cuidados y penas pues estad seguros <strong>de</strong> que se acerca<br />

vuestra muerte.<br />

» No olvidéis nada <strong>de</strong> lo que habéis hecho y sed ante Dios humil<strong>de</strong>s y<br />

sumisos. Quiero que sepáis, valerosos guerreros que si el Dios <strong>de</strong>l cielo no os<br />

salva, no volveremos a oír misa.<br />

Los príncipes y sus gentes se dirigieron a la iglesia. <strong>El</strong> terrible Hagen hizo que<br />

se <strong>de</strong>tuvieran junto al santo cementerio para que no se separaran y les dijo:<br />

—Nadie sabe todavía lo que nos pasará con <strong>los</strong> Hunos.<br />

» Dejad, amigos míos, vuestros escudos a <strong>los</strong> pies y si alguno os hiciera el<br />

saludo con hostilidad, causarle heridas mortales; éste es el consejo <strong>de</strong> Hagen. Así<br />

apren<strong>de</strong>rán que sabéis portaros <strong>de</strong> una manera digna <strong>de</strong> encomio.<br />

Volker y Hagen fueron a colocarse ambos ante la anchurosa iglesia. Hacían<br />

esto porque sabían que la reina tenía que pasar por allí. Sentían terrible furia en su<br />

alma.<br />

Llegaban y a el soberano <strong>de</strong>l reino y su hermosa esposa, cubiertos <strong>los</strong> cuerpos<br />

con suntuosos trajes y acompañados <strong>de</strong> muchos esforzados guerreros que<br />

formaban su séquito. La caballería <strong>de</strong> Crimilda levantaba el polvo <strong>de</strong>l camino.<br />

Cuando el rico rey vio armados a <strong>los</strong> príncipes y a <strong>los</strong> <strong>de</strong> su<br />

acompañamiento, dijo:<br />

—¿Cómo es que mis amigos llevan sus y elmos? Esto me causa pena, a fe<br />

mía, pues no <strong>los</strong> he ofendido.<br />

» Os daré satisfacción <strong>de</strong> la manera que os parezca buena. Si os ha causado<br />

alguien pesar en el corazón o en el alma, le haré saber que me ha ofendido.<br />

Cuanto pidáis estoy dispuesto a concedéroslo.<br />

A estas palabras respondió Hagen:<br />

—Nadie nos ha hecho mal, pero es costumbre <strong>de</strong> mis señores permanecer<br />

armados durante tres días en todas las fiestas. Si alguien nos ofendiera lo<br />

haríamos saber a Etzel.<br />

La reina comprendió lo que Hagen quería <strong>de</strong>cir y miró al héroe con<br />

rencorosos ojos. A pesar <strong>de</strong> todo, no dijo cuál era la costumbre en su país, aunque<br />

mucho tiempo hacía que conocía a <strong>los</strong> Borgoñones.<br />

Por gran<strong>de</strong> y fuerte que fuera la cólera <strong>de</strong> la reina, si cualquiera hubiera<br />

dado a Etzel noticias <strong>de</strong> lo que pasaba hubiera evitado lo que sucedió <strong>de</strong>spués,<br />

pero por gran<strong>de</strong> orgullo nadie quería confesarlo.<br />

Crimilda se dirigió a la iglesia ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> la multitud, y <strong>los</strong> dos compañeros

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