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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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La terrible lucha continuó hasta que fue <strong>de</strong> noche: <strong>los</strong> extranjeros se<br />

<strong>de</strong>fendieron como <strong>de</strong>ben hacerlo <strong>los</strong> héroes, durante todo un día <strong>de</strong> verano contra<br />

<strong>los</strong> guerreros <strong>de</strong> Etzel. ¡Oh!, ¡cuántos buenos caballeros cay eron muertos ante<br />

el<strong>los</strong>!<br />

A mediados <strong>de</strong>l estío tuvo lugar la gran matanza, y entonces fue cuando<br />

Crimilda vengó en sus más próximos parientes y en muchos guerreros, las<br />

aflicciones <strong>de</strong> su corazón. Des<strong>de</strong> entonces el rey Etzel careció <strong>de</strong> toda alegría.<br />

<strong>El</strong>la no había pensado en tan horrible carnicería: quería haber hecho <strong>de</strong> modo<br />

que en el combate pereciera sólo Hagen y ninguno más. Pero el mal<strong>de</strong>cido<br />

<strong>de</strong>monio extendió en todos su <strong>de</strong>sgracia.<br />

Había pasado el día y sentía pesar y angustia. <strong>El</strong><strong>los</strong> pensaban que valía más<br />

morir <strong>de</strong> una vez, que no soportar lentamente tan atroces dolores. Deseaban y a<br />

hacer la paz con sus enemigos, aquel<strong>los</strong> esforzados guerreros.<br />

Rogaron que viniera el rey a la sala. Los héroes empapados en sangre y<br />

<strong>de</strong>slumbrando con el brillo <strong>de</strong> sus armas, salieron <strong>de</strong>l palacio con <strong>los</strong> tres rey es.<br />

No sabían a quien quejarse <strong>de</strong> sus terribles males.<br />

Etzel y Crimilda avanzaron <strong>los</strong> dos: el país era suy o y tenían muchos señores.<br />

Él dijo a <strong>los</strong> extranjeros:<br />

—Decid ¿qué queréis <strong>de</strong> mí? ¿Creéis obtener paz?, eso difícilmente puedo<br />

conce<strong>de</strong>rlo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>los</strong> gran<strong>de</strong>s males que me habéis ocasionado. Por largo<br />

tiempo que viva no acce<strong>de</strong>ré a lo que queréis. Habéis matado a mi hijo y<br />

muchos <strong>de</strong> mis parientes, por esto es imposible toda compensación y paz.<br />

A estas palabras respondió Gunter:<br />

—A ello nos ha obligado la <strong>de</strong>sgracia. Todos <strong>los</strong> <strong>de</strong> mi séquito han sido<br />

asesinados por tus guerreros en <strong>los</strong> alojamientos: ¿había y o merecido esto? Yo he<br />

venido con la mejor buena fe, creía que me seríais fiel.<br />

Así dijo Geiselher el joven <strong>de</strong> Borgoña:<br />

—Vosotros guerreros <strong>de</strong>l rey Etzel que aún estáis vivos, ¿qué tenéis que<br />

reprocharme?, ¿qué os he hecho? Yo vine a este país en la mejor amistad.<br />

—Vuestra bondad es la que ha esparcido tanta <strong>de</strong>solación por ciuda<strong>de</strong>s y<br />

campos —le respondieron el<strong>los</strong>—; siempre <strong>de</strong>searemos que no hubierais venido<br />

nunca <strong>de</strong> Worms. ¡A cuántos habéis <strong>de</strong>jado huérfanos en el país tú y tus<br />

hermanos!<br />

Fuertemente irritado, dijo Gunter el héroe:<br />

—Si queréis hacer la paz con nosotros y <strong>de</strong>sechar todo el violento odio, sería<br />

ventajoso para ambas partes. Nosotros no hemos merecido nada <strong>de</strong> lo que el rey<br />

Etzel nos hace sufrir.<br />

—Mis males no son iguales a <strong>los</strong> vuestros —dijo el rey a <strong>los</strong> extranjeros—.<br />

La gran <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong>l combate, las pérdidas y las muertes que me habéis<br />

causado, son <strong>los</strong> motivos que tengo para que ninguno vuelva vivo <strong>de</strong> aquí y<br />

redundará en honor para vos.

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