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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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Pero bien pronto consiguió una horrible venganza.<br />

Permaneció en el dolor, es cierto, por la muerte <strong>de</strong> su esposo tres años y<br />

medio, sin <strong>de</strong>cir una palabra a Gunter, y sin ver jamás en ese tiempo a Hagen.<br />

Así dijo al rey Hagen <strong>de</strong> Troneja:<br />

—Procura conquistar <strong>de</strong> nuevo la voluntad <strong>de</strong> tu hermana, y <strong>de</strong> este modo<br />

podremos traer al país el tesoro <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Nibelungos</strong>: mucho podría hacerse si<br />

tuvieras la confianza <strong>de</strong> la reina.<br />

—Vamos a intentarlo —le respondió el rey —. Cerca <strong>de</strong> ella están Gernot y<br />

Geiselher; les rogaremos que intercedan el<strong>los</strong>, para que nos vuelva su confianza<br />

y nos la dé gustosa.<br />

—No lo creo —respondió Hagen—, eso no suce<strong>de</strong>rá jamás.<br />

Hizo venir a la corte a Ortewein y al margrave Gere: y luego cuando<br />

estuvieron allí, a Gernot y al joven Geiselher; el<strong>los</strong> intercedieron amistosamente<br />

cerca <strong>de</strong> Crimilda. Así dijo Gernot el fuerte <strong>de</strong> Borgoña:<br />

—Señora, tiempo hace que lloráis la muerte <strong>de</strong> Sigfrido. <strong>El</strong> rey quiere<br />

probaros que él no lo ha matado. Siempre se os oy e llorar dolorosamente.<br />

—Nadie ha dicho que él sea —contestó ella—, es la mano <strong>de</strong> Hagen. Cuando<br />

supo <strong>de</strong> mí don<strong>de</strong> podía ser herido, ¿cómo había y o <strong>de</strong> saber el odio que le tenía<br />

en su alma? ¡Por qué no impedí —añadió la noble reina— que conociera el<br />

secreto <strong>de</strong> su hermoso cuerpo!, ¡no sería ahora, <strong>de</strong>sgraciada <strong>de</strong> mí, una viuda<br />

infortunada! ¡Nunca perdonaré a <strong>los</strong> que han cometido el crimen!<br />

Geiselher, el agraciado joven, le comenzó a suplicar.<br />

—Por cuanto lo exigís <strong>de</strong> mí —contestó ella—, lo saludaré. Pero el <strong>de</strong>lito es<br />

gran<strong>de</strong>, es vuestro. ¡Me ha causado el rey tantos males sin que y o <strong>los</strong> merezca!<br />

Mis labios le otorgaron el perdón, pero mi corazón le está cerrado para siempre.<br />

—Todo se arreglará <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> poco —le dijeron sus parientes—. Tal vez<br />

procure él que más a<strong>de</strong>lante seáis dichosa.<br />

—Él os consolará —le dijo el héroe Gernot. La <strong>de</strong>sconsolada mujer le<br />

respondió:<br />

—Bien veis que hago lo que queréis. Quiero saludar al rey.<br />

Habiendo dado ella su consentimiento, el rey fue a su presencia, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong><br />

sus mejores amigos, pero Hagen no se atrevió a presentarse: tenía<br />

remordimiento por su crimen y hubiera hecho muy mal.<br />

Como quería dar al olvido el rencor que tenía en contra Gunter, <strong>de</strong>jó que la<br />

abrazara. Si su falta no hubiera sido causa <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sgracia, hubiera podido<br />

visitarla con may or tranquilidad.<br />

Nunca se llevó a cabo una reconciliación entre amigos con tantas lágrimas<br />

como aquélla. La pérdida experimentada le hacía sufrir mucho: perdonó a todos<br />

menos a un hombre; nadie lo hubiera matado si Hagen no se empeñara en ello.<br />

Poco tiempo <strong>de</strong>spués hicieron <strong>de</strong> modo que la joven reina mandara llevar a<br />

las orillas <strong>de</strong>l Rhin el gran tesoro <strong>de</strong>l país <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Nibelungos</strong>: era lo que constituían

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