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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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cinturón y amarrarlo, pero él la rechazó con tanta furia que sus miembros y su<br />

cuerpo crujieron con violencia. La lucha tuvo fin; ella fue mujer <strong>de</strong> Gunter.<br />

—Noble rey, no me quites la vida —le dijo—, perdona el daño que te hecho;<br />

nunca más me <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>ré contra tu amor; y a sé <strong>de</strong>masiado como pue<strong>de</strong>s hacerte<br />

dueño <strong>de</strong> las mujeres.<br />

Sigfrido <strong>de</strong>jó a la joven y se retiró como si fuera a <strong>de</strong>snudarse. Él le tomó <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>do un anillo <strong>de</strong> oro, sin que la noble reina se apercibiera <strong>de</strong> ello.<br />

También le quitó su cinturón, hecho <strong>de</strong> un tejido muy bueno; yo no sé si lo<br />

hizo por orgullo. Lo regaló a su esposa y <strong>de</strong>spués fue causa <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sgracia. <strong>El</strong><br />

rey y la hermosa joven permanecieron uno al lado <strong>de</strong>l otro.<br />

Él trató a su mujer con ternura, como convenía a <strong>los</strong> dos: ella se vio obligada<br />

a renunciar a su cólera y a su pudor. Con su ternura pali<strong>de</strong>cieron algo sus colores.<br />

¡Oh con el amor se redujeron mucho sus fuerzas!<br />

Después no fue más fuerte que las <strong>de</strong>más esposas. Muy amorosamente la<br />

acarició; <strong>de</strong> resistir <strong>de</strong> nuevo ¿qué hubiera conseguido? Todo esto lo había<br />

conseguido Gunter con su amor.<br />

Así permaneció poseído <strong>de</strong> un tierno cariño junto a su esposa hasta que el día<br />

<strong>de</strong>rramó sus luces. <strong>El</strong> señor Sigfrido había entrado también en su aposento y fue<br />

muy bien recibido por su esposa.<br />

Comprendió la pregunta que le iba a hacer; mucho tiempo ocultó lo que<br />

llevaba para ella, hasta que estuvo en su país, ciñendo la corona: muy poco le<br />

negó aquello que el héroe pensaba darle.<br />

<strong>El</strong> jefe estaba a la mañana siguiente <strong>de</strong> mejor humor que <strong>los</strong> días anteriores:<br />

su contento alegró a muchos nobles hombres <strong>de</strong> otros países. A todos <strong>los</strong> que<br />

había invitado a su corte les dio rega<strong>los</strong>.<br />

La boda duró catorce días y durante todo aquel tiempo, no cesaron las<br />

diversiones a que se entregaba cada cual. No pue<strong>de</strong>n apreciarse las riquezas que<br />

el rey distribuyó en aquella ocasión.<br />

Los nobles parientes <strong>de</strong>l rey distribuy eron por or<strong>de</strong>n suy a y en su honor<br />

trajes <strong>de</strong> oro rojo, plata y cabal<strong>los</strong>, a muchos hombres valientes. Los jefes que<br />

habían venido se retiraron alegres.<br />

También el fuerte Sigfrido <strong>de</strong>l Ni<strong>de</strong>rland dio a sus mil hombres <strong>los</strong> trajes que<br />

habían traído y hermosos cabal<strong>los</strong> con monturas; en a<strong>de</strong>lante podrían vivir como<br />

señores.<br />

Antes que <strong>los</strong> ricos rega<strong>los</strong> quedaran distribuidos, pareció el tiempo largo a <strong>los</strong><br />

que tenían <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> volver a su país. Nunca hubo compañeros <strong>de</strong> armas mejor<br />

tratados. Así tuvieron fin las fiestas; muchos guerreros partieron en busca <strong>de</strong><br />

nuevas aventuras.

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