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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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llevaban abundantes trajes y armas a través <strong>de</strong>l Baierland. En <strong>los</strong> caminos no<br />

fueron atacados por <strong>los</strong> bandidos.<br />

Después <strong>de</strong> doce días llegaron al Rhin. <strong>El</strong> conocimiento <strong>de</strong> esta noticia no<br />

podía ser secreto: al rey y a <strong>los</strong> suyos hicieron saber que habían llegado<br />

extranjeros.<br />

<strong>El</strong> príncipe preguntó:<br />

—¿Hay aquí alguien que <strong>los</strong> conozca?, <strong>de</strong>be <strong>de</strong>círmelo.<br />

Veían a las bestias <strong>de</strong> carga llevar pesados fardos; por esto conocían que eran<br />

ricos guerreros. En la ciudad prepararon para el<strong>los</strong> buenos alojamientos.<br />

Cuando <strong>los</strong> extranjeros entraron en la población miraron atentamente a <strong>los</strong><br />

jefes. <strong>El</strong><strong>los</strong> se preguntaban <strong>de</strong> don<strong>de</strong> habrían venido al Rhin. <strong>El</strong> príncipe preguntó<br />

a Hagen <strong>de</strong> don<strong>de</strong> habrían llegado aquel<strong>los</strong> guerreros. <strong>El</strong> héroe <strong>de</strong> Troneja le<br />

respondió:<br />

—Todavía no <strong>los</strong> he visto; cuando <strong>los</strong> haya examinado, puedo afirmar que <strong>de</strong><br />

muy lejos <strong>de</strong>ben venir, sin importar <strong>de</strong> don<strong>de</strong>, para que yo no <strong>los</strong> conozca.<br />

Los huéspe<strong>de</strong>s habían ocupado sus alojamientos. <strong>El</strong> mensajero llevando rico<br />

traje se a<strong>de</strong>lanta con <strong>los</strong> que le acompañan hacia la corte. Llevaban buenos<br />

vestidos, perfectamente cortados.<br />

—Si no estoy engañado —dijo Hagen el atrevido—, pues hace mucho tiempo<br />

que no he visto a estos señores, por su aspecto me parecen Rudiguero el <strong>de</strong><br />

Huneland, ese guerrero fuerte y distinguido.<br />

—¿Cómo es que el <strong>de</strong> Bechlaren ha venido a este país? —exclamó el rey.<br />

Acababa <strong>de</strong> pronunciar estas palabras el rey Gunter, cuando el fuerte Hagen vio<br />

al buen Rudiguero.<br />

Él y sus amigos salieron a su encuentro: se apearon <strong>de</strong> sus cabal<strong>los</strong> quinientos<br />

guerreros atrevidos. Muy bien recibidos fueron <strong>los</strong> <strong>de</strong>l Huneland; nunca <strong>los</strong><br />

mensajeros habían llevado tan buenos vestidos. Hagen <strong>de</strong> Troneja exclamó en<br />

voz alta:<br />

—Sed bienvenidos guerreros, príncipe <strong>de</strong> Bechlaren y todo su<br />

acompañamiento.<br />

Los atrevidos Hunos fueron recibidos, con gran<strong>de</strong>s honores. Los más<br />

próximos parientes <strong>de</strong>l rey se aproximaron; Ortewein <strong>de</strong> Metz dijo a Rudiguero:<br />

—Hace mucho tiempo que no hemos tenido huéspe<strong>de</strong>s que nos agra<strong>de</strong>n tanto,<br />

os lo digo con eterna sinceridad.<br />

<strong>El</strong><strong>los</strong> dieron las gracias al guerrero por su saludo. Después fueron con su<br />

acompañamiento al salón don<strong>de</strong> estaba el rey con muchos hombres valientes. Se<br />

levantó <strong>de</strong> su asiento haciéndolo con gran cortesía.<br />

Con gran cariño se a<strong>de</strong>lantó hacia el mensajero y todos sus héroes. Gernot<br />

recibió con honor al extranjero y a <strong>los</strong> que le acompañaban. <strong>El</strong> rey cogió la<br />

mano al buen Rudiguero.<br />

Lo llevó hasta el asiento que él ocupaba. Hizo dar a <strong>los</strong> huéspe<strong>de</strong>s (y lo hacía

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