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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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sus arras y tenía <strong>de</strong>recho a hacerlo.<br />

Con objeto <strong>de</strong> traerlo, partieron Geiselher y también Gernot. La señora<br />

Crimilda mandó que fueran ocho mil hombres para sacarlo <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estaba<br />

guardado bajo la custodia <strong>de</strong> Alberico y <strong>de</strong> sus amigos más valientes.<br />

Cuando éstos vieron llegar a <strong>los</strong> que venían <strong>de</strong>l Rhin, para llevarse el tesoro, el<br />

fuerte Alberico dijo a sus amigos:<br />

—Si la noble reina lo reclama, no po<strong>de</strong>mos conservar por más tiempo el<br />

tesoro, porque son sus arras.<br />

» Yo nunca lo hubiera abandonado —añadió Alberico, con la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong><br />

haber perdido a Sigfrido y la Tarnkappa, pues siempre la llevaba el esposo <strong>de</strong><br />

Crimilda la hermosa—. Pero ahora sí, porque Sigfrido ha experimentado<br />

<strong>de</strong>sgracia y perdido la Tarnkappa, con que el héroe conquistó todo el país.

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