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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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Brotaba el fuego <strong>de</strong> sus corazas, pues la más gran<strong>de</strong> furia animaba a <strong>los</strong> unos<br />

contra <strong>los</strong> otros. <strong>El</strong> guerrero Wolfwein <strong>de</strong> Berna <strong>los</strong> separó; sino hubiera sido un<br />

héroe, no lo hubiera conseguido nunca.<br />

Gunter el fuerte rechazó con po<strong>de</strong>roso brazo a <strong>los</strong> terribles guerreros<br />

Amelungos. <strong>El</strong> joven Geiselher <strong>de</strong>jó tinto con olas <strong>de</strong> sangre más <strong>de</strong> un brillante<br />

casco.<br />

Dankwart, el hermano <strong>de</strong> Hagen, era un hombre terrible: lo que en <strong>los</strong><br />

combates anteriores había hecho <strong>de</strong> notable contra <strong>los</strong> guerreros <strong>de</strong> Etzel, no era<br />

más que aire. Ahora se batía con rabia verda<strong>de</strong>ra el hijo <strong>de</strong> Aldriano.<br />

Ritschart y Gerbart, Helferico y Wichart no se habían echado atrás en ningún<br />

combate: se lo hicieron ver a <strong>los</strong> guerreros <strong>de</strong> Gunter. Allí se veía a Wolfrando<br />

portarse bravamente en el combate.<br />

<strong>El</strong> viejo Hil<strong>de</strong>brando se batía como un loco. Muchos buenos guerreros<br />

murieron a manos <strong>de</strong> Wolfhart y hallaron la muerte ahogados en sangre. Así<br />

vengaban la muerte <strong>de</strong> Rudiguero aquel<strong>los</strong> guerreros fuertes y buenos.<br />

Cediendo a su cólera se batía el<br />

duque Siegstab. ¡Ah!, ¡cuántos<br />

magníficos y elmos hendió en aquella<br />

batalla el sobrino <strong>de</strong> Dietrich! En la<br />

pelea nadie podía portarse mejor.<br />

Como viera Volker el fuerte que<br />

Siegstab hacía verter torrentes <strong>de</strong><br />

sangre por las buenas armaduras, se<br />

sintió furioso y se lanzó contra él. Allí<br />

perdió la vida Siegstab a manos <strong>de</strong>l<br />

músico: Volker dio tales pruebas <strong>de</strong> su<br />

arte, que con la espada le dio muerte.<br />

<strong>El</strong> viejo Hil<strong>de</strong>brando lo vengó, según<br />

su valor se lo exigía.<br />

—¡Oh!, ¡<strong>de</strong>sgracia —exclamó el<br />

maestre Hil<strong>de</strong>brando— mi querido<br />

señor yace aquí muerto por la mano<br />

<strong>de</strong> Volker! Ya no pue<strong>de</strong> vivir más el<br />

músico.<br />

¿Quién vio a nadie más furioso<br />

que el fuerte Hil<strong>de</strong>brando?<br />

Dio a Volker con tanta fuerza, que<br />

<strong>los</strong> pedazos <strong>de</strong> su yelmo y las piezas<br />

<strong>de</strong>l escudo <strong>de</strong>l valeroso músico<br />

saltaron hasta las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la sala,<br />

allí encontró su fin el terrible Volker.

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