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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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casa ofreció con cariñoso respeto sus servicios a la esposa <strong>de</strong> Etzel. Mucho<br />

acarició a su joven hija. Ésta dijo a la reina:<br />

—Si os fuera grato sé que mi querido padre me permitiría ir con vos al<br />

Huneland.<br />

¡La señora Crimilda comprendió cuán querida era!<br />

Los cabal<strong>los</strong> fueron llevados ante Bechlaren. Allí la noble reina se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong><br />

la esposa <strong>de</strong> Rudiguero y <strong>de</strong> su hija; también con gran<strong>de</strong>s cumplimientos se<br />

separaron muchas hermosas jóvenes.<br />

<strong>El</strong><strong>los</strong> casi no volvieron a verse <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> aquel día. De Me<strong>de</strong>lick se escanció<br />

vino a <strong>los</strong> extranjeros durante el viaje; habían sido muy bien recibidos.<br />

Había allí un príncipe llamado Astoldo, que les indicó <strong>los</strong> caminos por el<br />

Osterland hacia Montoron por el Donau; por aquel<strong>los</strong> sitios ofrecieron muchos<br />

servicios a la rica reina.<br />

<strong>El</strong> obispo se separó con gran pesar <strong>de</strong> su sobrina. ¡Con cuánta piedad le <strong>de</strong>seó<br />

feliz viaje y que consiguiera en el país <strong>de</strong> <strong>los</strong> Hunos tan gran<strong>de</strong> honor como había<br />

conquistado Helke!<br />

En <strong>los</strong> días siguientes, <strong>los</strong> extranjeros siguieron hasta el Traisem, la gente <strong>de</strong><br />

Rudiguero <strong>los</strong> sirvió en su país hasta que llegaron <strong>los</strong> Hunos. Por todas parte<br />

hicieron gran<strong>de</strong> honor a la reina.<br />

<strong>El</strong> príncipe <strong>de</strong>l Huneland tenía cerca <strong>de</strong>l Traisem una rica población muy<br />

célebre, cuyo nombre era Traisemauer, resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Helke, don<strong>de</strong> practicaba<br />

sus virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> una manera como nadie ha visto si no es Crimilda, que tenía gusto<br />

en dar con largueza. <strong>El</strong>la podía disfrutar <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> sus infortunios <strong>de</strong>l placer <strong>de</strong><br />

verse honrada por la gente <strong>de</strong> Etzel.<br />

Los dominios <strong>de</strong>l rey Etzel era conocidos hasta muy lejos, y en todo tiempo<br />

se hallaban en su corte fortísimos guerrero <strong>de</strong> <strong>los</strong> más renombrados entre <strong>los</strong><br />

cristianos o <strong>los</strong> paganos.<br />

Todos habían llegado allí; lo mismo <strong>los</strong> cristianos que <strong>los</strong> paganos se habían<br />

reunido siempre en su corte, y cualquiera que fuera la manera <strong>de</strong> vivir <strong>de</strong> cada<br />

uno, la bondad <strong>de</strong>l rey era tanta, que todos estaban contentos.

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