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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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Cuando se marcharon<br />

<strong>los</strong> que habían ido con<br />

Dietrich, llegaron <strong>de</strong><br />

Bechlaren <strong>los</strong> fieles <strong>de</strong><br />

Rudiguero en número <strong>de</strong><br />

quinientos, <strong>los</strong> cuales entraron en la<br />

sala cubiertos con <strong>los</strong> escudos. <strong>El</strong><br />

margrave sentía pesar, pues no<br />

querían que justaran.<br />

Se acercó recatadamente a las<br />

compañías, y dijo a sus hombres que<br />

podían advertir, como <strong>los</strong> que habían<br />

ido con Gunter estaba <strong>de</strong> mal humor<br />

y que le darían un placer con no<br />

tomar parte en el torneo.<br />

Cuando se retiraron estos héroes,<br />

llegaron <strong>los</strong> <strong>de</strong> Turinga, según nos han<br />

dicho, y <strong>los</strong> fuertes <strong>de</strong> Dinamarca. A<br />

<strong>los</strong> golpes volaron en astillas las astas<br />

<strong>de</strong> muchas lanzas.<br />

Irnfrido y Hawart llegaron al<br />

torneo: <strong>los</strong> <strong>de</strong>l Rhin lucharon contra<br />

el<strong>los</strong> con ánimo esforzado,<br />

esgrimiendo fuertes lanzadas contra<br />

<strong>los</strong> <strong>de</strong> Turinga; más <strong>de</strong> un fuerte<br />

escudo quedó agujereado.<br />

Llegó el guerrero Blo<strong>de</strong>l con tres<br />

mil <strong>de</strong> <strong>los</strong> suy os. Etzel y Crimilda lo<br />

vieron al momento, pues justaban<br />

ante el<strong>los</strong>. La reina <strong>los</strong> vio venir con

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