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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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Sus parientes le besaron la boca y <strong>los</strong> fuertes Borgoñones se <strong>de</strong>spidieron<br />

cariñosamente <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres que habían ido con Rudiguero. A la reina seguían<br />

muchos agraciados jóvenes.<br />

Cientocuatro iban vestidos con hermosos trajes <strong>de</strong> vistosos colores; llevaban<br />

anchos escudos alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la reina durante el camino. Muchos altivos<br />

guerreros volvieron atrás para regresar a sus pueb<strong>los</strong>.<br />

Los <strong>de</strong>más avanzaron siguiendo el Donau hasta el Baierland: cundió la noticia<br />

<strong>de</strong> que habían llegado muchos y <strong>de</strong>sconocidos huéspe<strong>de</strong>s, al sitio en que hoy se<br />

halla un monasterio y don<strong>de</strong> el Jura se confun<strong>de</strong> con el Donau.<br />

En la ciudad <strong>de</strong> Passau había un obispo. Todos <strong>los</strong> alojamientos y el palacio<br />

<strong>de</strong>l príncipe quedaron <strong>de</strong>siertos; todos fueron con prisa al Baierland para ver a <strong>los</strong><br />

huéspe<strong>de</strong>s en el sitio en que el obispo Pilguerin se encontró con la hermosa<br />

Crimilda.<br />

Los guerreros <strong>de</strong>l país no experimentaron pesar ninguno viendo tantas<br />

hermosas jóvenes como la seguían. Con <strong>los</strong> ojos requebraban a las hijas <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

nobles caballeros. Buenos alojamientos dieron a todos <strong>los</strong> que las acompañaban.

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