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El Cantar de los Nibelungos

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de los siglos brotan fuentes históricas de la may or importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que estudiada.

De los monumentos literarios que se perpetúan a través de
los siglos brotan fuentes históricas de la may or
importancia, allí resaltan las costumbres de la época en que
aparecieron, nos dan a conocer las formas del lenguaje que
entonces se empleaban y, como si tuvieran la limpidez del
espejo, se reflejan en ellos los sentimientos que animaran a
los héroes que en él se agitan, pues por embellecida que se
encuentre la naturaleza por el arte, es siempre la naturaleza, y
la vista deshaciendo el artificio ve sin él la ruda forma y el
duro contorno. Esta sola consideración bastaría para que a
pesar de la fatiga que produce, no se descansara en el estudio
de los antiguos poemas y entre estos hay que conceder un
señalado lugar al que abre el ciclo épico de la literatura
germánica, más nombrada que conocida, más aplaudida que
estudiada.

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sus cabal<strong>los</strong>; éstos nadaron tan bien que la corriente no se tragó ni uno solo.<br />

Algunos fueron arrastrados a causa <strong>de</strong> la gran fatiga experimentada.<br />

La barca era muy gran<strong>de</strong>, fuerte y ancha. Transportó al otro lado <strong>de</strong>l río <strong>de</strong><br />

una vez quinientos hombres con sus equipos, sus víveres y sus armas. Aquel día<br />

tuvieron que remar muchos buenos caballeros.<br />

Condujeron en la barca su oro y sus vestidos; pues tenían que realizar el viaje.<br />

Hagen <strong>los</strong> dirigía, llevando así a la otra orilla <strong>de</strong>l país <strong>de</strong>sconocido a muchos<br />

buenos guerreros.<br />

Mientras que <strong>los</strong> conducía sano y salvo por encima <strong>de</strong>l río, el atrevido<br />

guerrero se acordó <strong>de</strong> la predicción que le habían hecho las extrañas mujeres <strong>de</strong><br />

las aguas; el capellán <strong>de</strong>l rey estuvo a punto <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r la vida.<br />

Le vio junto a <strong>los</strong> objetos sagrados con la mano apoy ada en las reliquias: y<br />

cuando Hagen lo miró, el <strong>de</strong>sgraciado sacerdote <strong>de</strong>bió sentir inquietud. Lo atacó<br />

bruscamente arrojándolo <strong>de</strong> la barca. Muchos le gritaron:<br />

—¡Deteneos, Hagen, <strong>de</strong>teneos!<br />

<strong>El</strong> joven Geiselher se sintió irritado, pero él no atendía nada que no fuera la<br />

realización <strong>de</strong> su proyecto. Así dijo Gernot, el rey <strong>de</strong> Borgoña:<br />

—¿Qué conseguís, señor Hagen, con la muerte <strong>de</strong>l capellán? Si otro lo hubiera<br />

hecho hubierais sentido pesar. ¿Por qué razón le habéis cobrado odio a ese<br />

sacerdote?<br />

<strong>El</strong> sacerdote nadaba con fuerza: se hubiera salvado si le ayudara alguien,<br />

pero no pudo ser así; porque el fuerte Hagen, llevado <strong>de</strong> su cólera, lo empujó<br />

hasta el fondo <strong>de</strong>l agua; esto no pareció bien a nadie.<br />

<strong>El</strong> pobre sacerdote, no esperando ningún socorro, nadó hacia la otra orilla; su<br />

angustia era gran<strong>de</strong>. Cuando no pudo más le ay udó la mano <strong>de</strong> Dios y llegó a la<br />

arena con vida.<br />

<strong>El</strong> <strong>de</strong>sgraciado sacerdote se puso <strong>de</strong> pie y sacudió sus vestidos. Por esto<br />

conoció Hagen que tenía que cumplirse la predicción hecha por las extrañas<br />

mujeres <strong>de</strong> las aguas. Él pensó: « Estos héroes per<strong>de</strong>rán la vida y cuerpo» .<br />

Cuando <strong>de</strong>scargaron la barca y sacaron lo que habían llevado <strong>los</strong> rey es y sus<br />

caballeros. Hagen la rompió en pedazos y <strong>los</strong> arrojó al río: gran<strong>de</strong> fue la<br />

extrañeza <strong>de</strong> <strong>los</strong> caballeros nobles y buenos.<br />

—Hermano, ¿por qué haces eso? —le preguntó Dankwart—. ¿Cómo<br />

pasaremos cuando volvamos <strong>de</strong>l país <strong>de</strong> <strong>los</strong> Hunos dirigiéndonos al Rhin?<br />

Hagen le dijo luego que no darían la vuelta. <strong>El</strong> héroe <strong>de</strong> Troneja le dijo:<br />

—Lo hago porque temo que hay a entre nosotros un cobar<strong>de</strong> que quiera<br />

volverse <strong>de</strong> este país llevado <strong>de</strong> su pequeñez <strong>de</strong> corazón, este hallaría en el río<br />

una vergonzosa muerte.<br />

Cuando el capellán <strong>de</strong>l rey vio que rompía la barca, le dijo a Hagen <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

otra orilla:<br />

—Asesino sin fe, ¿qué he hecho y o <strong>de</strong>sgraciado sacerdote para que me

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