You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Cuando logremos renunciar a esta esperanza, desaparecerán también
nuestras expectativas y, con ellas, el autoengaño que nos ha acompañado
toda nuestra vida. Ya no creeremos que no éramos dignos de ser amados y
que deberíamos o podríamos demostrar que sí lo somos. Porque eso no
dependía de nosotros, sino de la situación de nuestros padres, de cómo les
afectaron sus traumas infantiles, de hasta qué punto los habían asimilado,
y eso nosotros no podemos cambiarlo, sólo podemos vivir nuestra vida y
cambiar nuestra forma de ver las cosas. La mayoría de los terapeutas cree
que, de hacerlo así, también mejoraría nuestra relación con los padres,
porque la actitud más madura del niño adulto movería a los padres a
respetar más a éste. Pero no puedo sostener esta opinión al cien por cien;
según mi experiencia, el cambio positivo de los niños ya adultos raras
veces produce sentimientos positivos y admiración en los padres que
otrora fueron maltratadores. Al contrario: a menudo reaccionan con
envidia, con indicios de frustración y con el deseo de que el hijo o la hija
vuelvan a ser como antes, es decir, sumisos, leales, que consientan el
menosprecio y, en el fondo, depresivos e infelices. A muchos padres les da
miedo que la conciencia de sus hijos adultos se despierte, y en muchos
casos es imposible hablar de una mejora de la relación. Aunque también
hay ejemplos de lo contrario.
Una joven, durante mucho tiempo atormentada por sus sentimientos de
odio, se sinceró por fin con su madre y le dijo, nerviosa y con miedo:
«Cuando era pequeña no me gustabas como madre, te odiaba, pero no
dejasteis que me diera cuenta». La chica se sorprendió de que no sólo ella,
sino también su madre, consciente de su culpabilidad, reaccionara con
alivio a esta manifestación. Pues ambas, en silencio, sabían cómo se
sentían, pero ahora, finalmente, habían dicho la verdad en voz alta. A
partir de entonces pudieron entablar una relación nueva y sincera.
El amor por obligación no es amor; a lo sumo, conduce a una relación
fingida, una relación «como si», sin verdadera comunicación, a un
ejercicio de cordialidad que, en realidad, no existe, que oculta a modo de
máscara el rencor o el odio, pero que nunca conduce a un encuentro
auténtico. Una de las obras de Yukio Mishima se titula Confesiones de una
máscara. ¿Cómo va una máscara a explicar de verdad lo que una persona